![Postigo: «Yo espero que esto nunca se lea, pues si se lee es que estoy muerto y no quiero que mi familia lo pase mal»](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/201909/06/media/cortadas/postigo-U402451020kBD--1248x832@El%20Comercio-ElComercio.jpg)
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P. SUÁREZ / O. PANDIELLO
GIJÓN.
Viernes, 6 de septiembre 2019, 03:37
El informe de 435 folios sobre la investigación del 'caso Hulla' llevada a cabo por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, y al que ha tenido acceso EL COMERCIO, dedica un apartado especial al hasta ahora desconocido papel de José Antonio Postigo en la dimisión de Ricardo López, quien por entonces ocupaba la presidencia del Montepío. Es el propio Postigo, mano derecha de José Ángel Fernández Villa y quien por entonces ejercía como secretario de organización del SOMA, quien da cuenta de los hechos en unos manuscritos hallados por los agentes durante el registro de uno de sus domicilios.
Lo ocurrido se remonta al año 2002, cuando el investigado habría, presuntamente, sido informado de numerosas irregularidades en la gestión de la mutualidad por parte de López y Alfredo Álvarez Espina, miembro de la mesa regional del Montepío. «Ricardo, Espina y otros están forrándose con el 'Montepo' (sic) ilegalmente. Me han aportado pruebas, grabaciones de vídeos donde aparecen estos dos haciendo negocios y exigiendo pagos, cenas y comidas. Tendría que escribir un libro para ponerlo todo», escribe para sí Postigo, en referencia al alto volumen de pruebas que, presuntamente, le había entregado una persona cuya identidad no llega a desvelar en ningún momento.
Es entonces cuando Postigo, en lugar de denunciar los hechos, decide utilizar esa información para chantajear a López y Espina y exigir su dimisión inmediata. Su primer paso es dirigirse al segundo, «que al principio lo niega, pero con las pruebas tan evidentes canta como un lorito», siempre según se refleja en los documentos hallados por los agentes. Más tarde se dirige a López, quien al principio le habría negado los hechos. «Ricardo lo niega, pero cuando le hablo que los otros ya lo reconocieron y que va a haber careo se viene abajo», escribe Postigo en su cuaderno.
Es en este mismo manuscrito donde el investigado relata su encuentro con los dos dirigentes, el cual tiene lugar el 9 de julio de 2002 en un hotel de Madrid. Allí, Postigo les habría trasmitido que únicamente había dos soluciones a lo que acababa de descubrir: que se personara en un juzgado, algo que no había hecho por preservar la imagen del sindicato y la institución, o que ambos presentaran su dimisión, de puño y letra, alegando la causa que cada uno quisiera. Tanto López como Espina se acogen a esta segunda vía. «Espina en el mismo hotel me hace entrega de la dimisión en un folio», constata Postigo, quien encuentra, una vez más, mayor dificultad a la hora de convencer a López. «Ricardo se hace de rogar mucho. Que tenía que consultar a la mujer, que qué garantía tenía de que dimitiendo yo no seguiría con el tema. Le dije que ninguna, que hiciera lo que quisiera pero que yo no estaba allí negociando, sino dándole la oportunidad que no se merecía y que si no dimitía entrarían en escena otros. Al final me dio su dimisión y me pidió que pusiera fecha del 2 de agosto», escribe Postigo.
Según los manuscritos, el investigado realiza el chantaje sin que Fernández Villa tenga conocimiento alguno de lo ocurrido. «Yo espero que esto nunca se lea, pues si se lee es que yo estoy muerto. Para mí es muy difícil. Es la primera vez que le oculto algo», escribe en referencia a los documentos en los que atestigua la operación. «Mi único objetivo es que no le siga tocando pagar siempre los platos rotos al mismo. No quiero bajo ningún concepto que nadie empañe su nombre porque no lo merece», afirma.
Finalmente, y siempre ejerciendo una posición de autoridad al disponer de esas presuntas pruebas, Postigo acepta que Espina continúe en la mutualidad, en este caso sucediendo en la presidencia a López. La Guardia Civil destaca en este sentido que el mandato de Espina estuvo caracterizado por el desvío de fondos de la entidad mutualista «hacia gente de confianza de Postigo». Cuatro años después de nombrar a Espina presidente, en 2006, es el propio Postigo quien accede a la presidencia del Montepío, al frente del que se mantendrá hasta el 2014, apenas unos meses antes de acogerse a la amnistía fiscal para legalizar 436.100 euros.
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