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LAURA CASTRO
GIJÓN.
Domingo, 21 de julio 2019, 04:59
Lo más cerca posible de él, sin quitarle los ojos de encima y pendientes de cada una de sus palabras. La familia y los amigos íntimos arroparon emocionados a Adrián Barbón con los sentimientos a flor de piel, recordando a aquel niño de cuatro ... años que soñaba con ser político y que ayer entró en la Junta del Principado siendo el nuevo presidente de Asturias. Sin ellos, reconoció Barbón durante su discurso, «no sería ni lo que soy hoy ni, más importante todavía, cómo soy».
Los nervios por verle allí, prometiendo el cargo, se apoderaron de su madre, Gaudi Rodríguez. Quería que el momento fuera perfecto y no se le escapó una. «Ponte la chaqueta», le decía a Adenso Barbón, el padre del presidente, justo antes de posar para el fotógrafo de este diario. El calor apretaba en la Junta, pero la situación lo exigía. También intervino justo a tiempo para evitar que Guni Pérez, prima de Emilio Barbón y madre de la mejor amiga del presidente, Ana Fernández, aplaudieran antes de tiempo. Lo dicho, no se le escapaba nada.
«Estoy muy nerviosa», repetía una y otra vez. Apenas podía expresar más palabras, especialmente antes del acto. Aunque sí dejó claro que su hijo «hará lo mejor para Asturias, siempre». Suspiraba al decirlo, consciente de que el desafío al que se va a enfrentar es enorme, pero con la certeza de que la «implicación, complicidad y tesón» que caracterizan al nuevo presidente le permitirán buscar «las mejores soluciones».
Sabía, en el fondo, que no iba a poder contener la emoción al escuchar el discurso de su hijo y así fue. En cuanto Barbón retrocedió a su infancia y recordó a quienes ya no están, sus abuelos Dioniso y Maruja (por parte de padre) y también Tito y Lala (por parte de madre), quienes le criaron, las lágrimas comenzaron a brotar. «Ellos me enseñaron el valor del trabajo, de la constancia y del esfuerzo», dijo Barbón. Gaudi miró entonces hacia el techo, suspiró y se dejó envolver por los recuerdos. Su hijo pequeño, Borja Barbón, le dio un pañuelo, aunque él también lo necesitó por momentos, pues tampoco pudo frenar las lágrimas. «No esperaba emocionarme tanto, confiaba en poder controlar la emoción, pero ha sido imposible», reconocía.
No podía estar más «orgulloso» de su hermano mayor, que le saca siete años, y mientras Marcelino Marcos, presidente de la Junta del Principado, destacaba de él su capacidad de «trabajo, su sinceridad y su profundo amor a Asturias», no dejó de asentir y sonreír. «Él es la persona adecuada y sabe que nunca estará solo, le apoyaremos siempre, especialmente, en los momentos difíciles», afirmó.
Y por eso, no podía faltar un consejo de última hora de su padre Adenso, aunque reconoció que más bien suele ser él quien recibe el asesoramiento de su hijo. «Solo le diría que vaya siempre con la verdad por delante y haciendo justicia», apuntó. También una de sus amigas más cercanas, Arantza del Río, aprovechó el momento para pedirle «que no cambie, que siga siendo tan humilde como es ahora, como somos todos nosotros». Y deseó que pueda llevar a cabo «la mitad de los planes que tiene en la cabeza», pues con eso, «Asturias ya estaría mucho mejor que ahora».
No le faltaron apoyos a Adrián Barbón ayer, pero hubiera deseado que sus sobrinas también hubieran podido acompañarle. No obstante, le desearon suerte por adelantado hace una semana, cuando pasaron unos días de vacaciones en la región. «Está loco con ellas, siente verdadera devoción», explicaba su padre. «Una pena que no hayan podido estar hoy», añadía.
Aunque él las tuvo bien presentes, igual que al resto de sus seres queridos. «Sois las personas esenciales de mi existencia», declaraba el presidente de Asturias al inicio de su discurso. «No niego la emoción que siento ni la quiero disimular», dijo. Y su familia y amigos, tampoco lo hicieron.
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