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El pasado día 5 de abril, la sala del 091 de la Jefatura Superior de Policía de Asturias recibió una preocupante llamada desde el número 69 de la calle Vázquez de Mella, en Vallobín, alertando de la presencia de «manchas de sangre» en el rellano ... de la primera planta. Faltaba un minuto para las tres y diez de la tarde. Un amplio operativo llegó poco después y lo que se encontró dentro de la vivienda, después de intentar derribar la puerta del 1º E y lograr acceder por una ventana del patio, fue escalofriante. A Igor Postolache, el moldavo de 32 años acusado de asesinar e intentar agredir sexualmente a Erika Yunga, de 14, «consciente», «sin ropa» y «con múltiples heridas de arma blanca». Estaba tendido en el cuarto de baño de su morada en el que se había atrincherado junto al cuerpo yaciente de la menor acuchillada e inconsciente.
Actuaron rápido, pero ya era tarde. Sacaron a la niña del baño para ponerla en un lugar seguro, fuera del alcance del arma blanca con la que, supuestamente, Postolache la había apuñalado y se había autoinfligido después otras veinte cuchilladas. Intentaron reanimarla, ya que aún mostraba un hilo de vida, e, instantes después, el personal médico continuó con las maniobras para tratar de devolverla a la vida. La práctica resultó «imposible» y notificaron a los efectivos el fallecimiento de la niña.
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Es el relato de la intervención policial que han hecho público durante la mañana de este martes desde la Jefatura cuando se cumplen tres semanas del atroz crimen y justo un día después de que la magistrada-jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo decretase el levantamiento del secreto de sumario del caso. Uno en el que exponen que fue la propia familia de la pequeña la que advirtió a los uniformados que junto al reguero de sangre del pasillo del portal se encontraba la chaqueta de Erika, quien no había llegado a su casa, ubicada en la cuarta planta, después de llamar al telefonillo a su vuelta del instituto. Lo que, pasados diez minutos, preocupó a su padre e hizo que mandase al hermano de esta bajar para buscarla. Solo encontró su cazadora y la sangre.
Allí, las mismas fuentes policiales señalan que «se procede a la detención del presunto autor, a la vez que el mismo es tratado por el personal médico y trasladado a Urgencias del HUCA, donde es intervenido quirúrgicamente y se consigue salvar su vida». En el lugar, sostienen, se personaron funcionarios de la Policía Judicial de la Jefatura Superior, los cuales, junto con la Brigada de la Policía Científica, «realizaron la correspondiente inspección ocular». También se personó en el edificio de Vallobín la comitiva judicial compuesta por la jueza de guardia, la letrada de la administración de Justicia y la médico forense para ordenar el levantamiento del cadáver.
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Las primeras investigaciones, apuntan desde la Jefatura, pudieron determinar que el detenido había alquilado la vivienda donde ocurrieron los hechos el pasado día 22 de marzo, «si bien no parecía que hubiera residido en ella de forma continua desde esa fecha, estando aún en fase de mudanza de su anterior domicilio», en Soto de Trubia. Por otro lado, desde la Jefatura quisieron mencionar «la concienzuda labor investigadora» realizada por los agentes, quienes realizaron, además, un registro del domicilio anterior del detenido en la localidad trubieca, «así como numerosas tomas de declaraciones de personas relacionadas con el asunto». En estos momentos, la Policía Judicial continúa con las pesquisas para el «total esclarecimiento de los hechos» y la reconstrucción de lo acaecido en los días anteriores a la comisión del delito por parte de Igor Postolache. El objetivo, crucial para el futuro juicio y la imposición de penas, es determinar «el grado de premeditación del hecho».
Del mismo modo, continúan, «todo parece indicar que el ataque a la niña se produjo en el rellano del portal, desde donde se inician las manchas de sangre, en forma de goteo, ascendiendo las mismas por las escaleras hasta el rellano de la primera planta, donde el detenido presumiblemente agredió con más fuerza a la niña hasta conseguir arrastrarla al interior de su domicilio».
Lo que no ha quedado claro ni se ha podido precisar tras las gestiones practicadas hasta el momento, advierten las mismas fuentes de la Policía Nacional, es si el detenido conocía anteriormente a la fallecida o si habían tenido algún tipo de contacto entre ellos. No obstante, sí afirman que «el imputado nunca ha estado detenido por hechos similares ni por ningún otro en España ni en su país de origen». Lo que sí protagonizó fueron dos casos denunciados de acoso callejero y en un autobús público que le valieron una absolución y una condena a 240 euros de multa hace dos años. En el momento del asesinato ya no tenía antecedentes porque se borran a los seis meses.
En ese sentido, prosigue el relato policial, el detenido permaneció ingresado en una UCI hasta el pasado día 11, cuando se le dio el alta y se le trasladó a planta para, posteriormente, al día siguiente ser trasladado a la prisión de Villabona. Previamente a su entrada en la cárcel de Asturias, que terminó con un traslado de urgencia a la penitenciaría leonesa de Villahierro el pasado 15, los agentes ya habían tratado de lograr una confesión. «Se le tomó declaración policial el jueves día 7 por la tarde», admiten, pero este se acogió a su derecho de no declarar. Al día siguiente, en la mañana del 8 de abril, se trasladó al HUCA la comitiva judicial para su toma de declaración, donde tampoco quiso hablar, y donde se le informó de su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza por un delito de asesinato y otro de agresión sexual en grado de tentativa una vez recibiese el alta.
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