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A. ARCE / J. CALVO
OVIEDO.
Martes, 19 de abril 2022, 01:21
Igor Postolache, el moldavo de 32 años acusado de matar a la pequeña Erika Yunga, de 14, el pasado día 5 en el portal del número 69 de la calle Vázquez de Mella, en Vallobín, se ha convertido en uno de los internos con ... mayor riesgo potencial en la cárcel de Villahierro, en León, después de que fuese trasladado de urgencia el viernes pasado desde el Centro Penitenciario de Asturias para prevenir «posibles represalias» por parte de otros reclusos. Desde entonces, tal y como han señalado fuentes del entorno penitenciario a LEONOTICIAS, diario del mismo grupo al que pertenece EL COMERCIO, permanece aislado en una celda especial de máxima seguridad ubicada en la enfermería de la prisión tratando de recuperarse de las veinte puñaladas que se asestó a sí mismo tras, presuntamente, acuchillar a la menor hasta la muerte. Aunque apenas habla con nadie y se pasa el día tumbado en la litera, ha estado sedado, a quienes se encargan de tratarlo ya ha comenzado a inquietarles su aparente estado de «tranquilidad» tras el brutal asesinato que supuestamente ha cometido. «Es un psicópata de manual».
Su celda está acristalada para que desde el exterior se pueda tener vigilado las veinticuatro horas al moldavo y así evitar un nuevo intento de suicidio. «Lo normal es que permanezca allí y en ningún caso se le traslade al interior de los módulos. Viene con amenazas muy serias», explican las mismas fuentes. «No puede estar con nadie por su elevado nivel de riesgo. Realmente con los antecedentes que tiene puede hacer cualquier cosa», remarcan, para añadir a renglón seguido que Igor Postolache «ahora mismo es el preso que más nos preocupa». Y eso, advierten, «que tenemos algún 91.3 (los internos de mayor nivel de riesgo)».
Las mismas fuentes aseguran, a ese respecto, que con el tiempo se le podrá habilitar alguna salida al patio. Eso sí, lo hará «en solitario» y «evitando cualquier contacto con otros internos». Según remarcan los propios funcionarios de prisiones, él es un «objetivo» para los otros presos por las propias características del crimen cometido y las represalias, prácticamente «seguras» en cuanto pise los módulos de la cárcel.
Postolache mide 1,75 metros, es de complexión atlética, tiene el pelo rubio rapado y los ojos azules. Llegó a León el viernes pasado escayolado y aún convaleciente de las graves heridas autoinfligidas, presuntamente, con la misma arma blanca con la que mató a la pequeña Erika. Un «lobo estepario», tal y como lo había calificado a través de las páginas de este diario el presidente de la Real Academia de Medicina de Asturias, el psiquiatra Julio Bobes: «Un desarraigado». Algo que confirman ahora desde el entorno penitenciario.
Ingresó en prisión provisional, comunicada y sin fianza el martes de la semana pasada acusado de sendos delitos de asesinato y agresión sexual en grado de tentativa por orden de la magistrada-jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo, María Simonet Quelle Coto. La misma que decretó ayer el levantamiento del secreto de sumario, aunque aún sin calificación concreta. De este modo, y a partir de ahora, la magistrada comenzará a llamar a declarar a los testigos que considere oportunos para esclarecer los hechos y se ofrecerán las acciones pertinentes para continuar con la instrucción, según informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA).
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