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JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Miércoles, 27 de enero 2021, 00:51
El Ayuntamiento, en cumplimiento con la normativa europea y estatal referente a la protección contra la contaminación acústica, se encuentra inmerso en un plan de actuaciones para mejorar la gestión de esta problemática y, de paso, llenar un vacío legal que va para dos décadas. ... Para la actualización de la ordenanza de Medio Ambiente, de 1993 y vigente todavía, la Concejalía Urbanismo, que dirige Nacho Cuesta, contrató la pasada primavera el estudio de la zonificación acústica de la ciudad, que ahora se encuentra en información pública. Un mapa que, incorporado a la futura ordenanza, limitará la concesión de licencias de actividades molestas, apartado en el que entran bares, terrazas, obradores o empresas de transporte en zonas protegidas o residenciales.
Urbanismo ha iniciado así el proceso de actualización de la normativa aún vigente. Según los parámetros que marca el anteproyecto, las actividades molestas no podrán superar los 65 decibelios durante el día y los 55 a lo largo de la noche en zona residencial. En los entornos sanitarios, docentes y culturales que «requieran una especial protección contra la contaminación acústica», el baremo desciende a 60 y 50 decibelios, respectivamente.
El documento en exposición pública hasta el próximo 15 de febrero necesitará de diálogo con sectores afectados, sobre todo la hostelería y los vecinos, porque una vez que los umbrales queden incorporados a la ordenanza, terrazas y bares de música amplificada, por ejemplo, se verán afectados.
El trabajo viene a poner orden en la difusa normativa local que, aprobada de urgencia en 2001 y prorrogada 'sine die', ha mantenido en la excepcionalidad la concesión de licencias según qué barrios se tratara. En el trasfondo, se recuerdan las protestas de asociaciones vecinales de El Cristo, de El Antiguo o la directamente llamada 'Afectados por la Movida' contra la proliferación de pubs, discotecas y bares en sus calles. El Ayuntamiento, entonces, eliminó la concesión de nuevos permisos a través de una resolución llamada 'Suspensiones de licencias de actividades hosteleras'. En ella se especifica la normativa para negar nuevas concesiones a «salas de baile y fiestas, discotecas, otros locales asimilables y locales con focos de emisión sonora» solamente para los ámbitos comprendidos en los «dos planos de protección para el Antiguo (PPR1 y PPR2) y las calles Miguel Traviesas, Joaquín Villa Cañal, Álvarez Lorenzana, Martínez Vigil, Azcárraga, Rosal, Quintana y Martínez Marina».
El expediente municipal avisa que esa distinción arbitraria tras la presión de los vecinos era «provisional». Sin embargo, durante dos décadas se consolidó derivando en dos prácticas: por un lado, la continuidad de negocios en El Antiguo o El Rosal, por ejemplo, ante el miedo de los empresarios de perder la licencia de música amplificada si al cerrar los locales pasan más de un año sin actividad; y dos, la proliferación de otras zonas de ocio en la ciudad, como la Ruta de los Vinos, sin estar sujetas ambas a la precaria normativa. Práctica agravada cuando se aprobó la ley del ruido nacional. Es decir, una licencia de bar con terraza en una zona residencial puede ser impugnada en los tribunales bajo la ley estatal. Afortunadamente para Licencias, la mayoría de hosteleros optan por solicitar permiso de cafetería, más restrictivo en horarios que las de bares pero menos conflictiva.
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