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ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Jueves, 13 de mayo 2021, 01:53
La familia, los amigos y toda la comunidad educativa del instituto Monte Naranco continúan sumergidos en una inmensa pena por el fallecimiento de José Antonio Cuendias. El dolor marcó ayer los rostros de las decenas de personas que colmaron la capilla del tanatorio Los ... Arenales para despedir al conserje de 61 años fallecido trágicamente anteayer tras ser aplastado por el ascensor del centro mientras trataba de recuperar un manojo de llaves. Una celebración multitudinaria en la que quedó patente el cariño que todos tenían a 'Toni' y la «gratitud» de la familia hacia todos aquellos que han querido acompañarles en la pérdida. «Queremos agradecer los innumerables mensajes y muestras de afecto y cariño que estamos recibiendo», transmitieron.
El homenaje fue aún mayor. En la ladera del monte, y si bien las clases permanecieron suspendidas durante toda la jornada de ayer para vestir el negro y guardar el debido luto, los estudiantes no quisieron quedarse en casa. Salieron, del mismo modo por decenas, para mostrar su cariño hacia su conserje, al que le regalaron una emotiva ofrenda floral en la verja de la entrada al centro. «Nuestro alumnado, a pesar de estar suspendidas las clases, está acudiendo a las puertas del instituto a mostrar su respeto y cariño por nuestro querido Antonio». «Siempre se portaba muy bien con nosotros», clamaba uno de los jóvenes.
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La página oficial en las redes sociales del instituto recibió casi cuatrocientos comentarios de cariño y dolor. «Antonio, siempre te recordaremos bromeando, con una sonrisa y así como te has ido: dispuesto a ayudar», manifestaba una exalumna. «Una pérdida enorme, era una figura esencial en el instituto», señalaba otro.
José Antonio Cuendias, 'Toni', llevaba más de diecisiete años al servicio de los alumnos, los docentes y siendo «la mano derecha» del equipo directivo del centro. Un hombre «carismático» y «extremadamente jovial» que sabía estar donde había que estar y cuando había que hacerlo, ayudando a apurar la fotocopiadora en el cambio de clase o a resolver cualquier percance, como el que le causó la muerte.
Un esencial del día a día en el instituto, situado en uno de los enclaves más afortunados de la ciudad. Amante de la naturaleza, podía mirar cada día al monte Naranco como si fuese la primera vez. Tras las exequias, en Oviedo, fue enterrado en el cementerio de Las Estacas en Belmonte de Miranda, la tierra que le vio nacer. Deja viuda a Celia Rivas y huérfana de padre a su hija Patricia.
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Era una persona querida por todos. «Hemos perdido a Antonio», lloraban desde el AMPA una vez más. «Nunca faltaban sus 'buenos días, ¿cómo estás?'», explicaba una profesora, profundamente afectada.
Ahora, continúa la investigación que esclarecerá los tristes detalles de la muerte de Cuendias y cómo fue posible que el mecanismo del elevador se volviese a accionar con él dentro, atrapándolo allí. El conserje había bajado al foso sobre las nueve de la mañana para recuperar las llaves que le habían caído por el hueco, pidiendo a una compañera que controlara que no se cerrase la puerta. La mandó a buscar una escalera, la puerta se cerró y el elevador descendió, atrapándolo y muriendo en el acto
En este momento, será el juez, tal y como confirmaron fuentes cercanas a este diario, el encargado de resolver si la muerte del bedel del instituto se debió a un error humano o si por el contrario, una vez reciba el atestado policial, será necesario iniciar un proceso.
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