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El acusado, ayer, antes del juicio. JUAN CARLOS ROMÁN

«Levanté el pie del acelerador, frené, pité y él no se detuvo; se abalanzó sobre el coche»

El acusado de atropellar mortalmente a Mamel Castañón declara que «no sé si cometí una imprudencia; iba por mi carril»

ROSALÍA AGUDÍN

OVIEDO.

Jueves, 20 de octubre 2022, 00:56

«No sé si cometí una imprudencia; iba conduciendo por mi carril». Estas fueron las últimas palabras que pronunció ayer en el Juzgado de lo Penal número 3 Iván G. G., acusado de atropellar mortalmente a Mamel Castañón en la calle Argüelles y darse a la fuga. Se enfrenta a penas de entre seis y ocho años de prisión por los delitos de conducción temeraria en concurso con homicidio por imprudencia grave y abandono del lugar solicitados por la Fiscalía y dos las acusaciones particulares, ejercidas por Jorge García -en representación de la madre y los hermanos de Mamel- y Carlos Marcos -letrado del padre-. La defensa, por su parte, solicita la absolución.

Durante la vista oral -el caso ha quedado visto para sentencia tras cinco horas de juicio-, el investigado defendió que nada más ver a la víctima cruzando la céntrica vía «levanté el pie del acelerador, frené y pité, casi reviento el pito pero él no se detuvo y se abalanzó sobre el coche». Una versión que choca con las investigaciones realizadas por la Policía Local y las declaraciones de los testigos.

El procesado llegó a primera hora de la mañana al Palacio de Justicia acompañado de su pareja y de sus padres. Pasadas las diez de la mañana comenzó su declaración ante el tribunal, si bien solamente respondió a las preguntas de su abogado, Ricardo Álvarez-Buylla. Puso «la mano en el fuego» de que «circulaba entre 50 y 55 kilómetros por hora» en el momento en que ocurrió el atropello de Mamel; sin embargo, las investigaciones de la Policía Local no avalan su testimonio.

A través de varias mediciones, los agentes determinaron que el vehículo, un Honda Civic, circulaba a 87 kilómetros en una vía que está restringida a 30. «Si fuese a una velocidad adecuada, hubiese podido parar, pero el impacto se produjo a 63 kilómetros hora», afirmó uno de los policías. Remarcó, además, que la frenada del coche no fue brusca: «Fue moderada y no de emergencia».

Tras el impacto, la víctima salió disparada diecisiete metros hasta chocar contra un semáforo y caer desplazado otros 7,30 metros más allá, según apuntó la fiscal encargada del caso. Mamel, de 43 años, falleció en el acto. La reanimación que le realizaron los agentes de la Policía Nacional y los sanitarios resultó infructuosa.

El conductor huyó, supuestamente, a toda velocidad del lugar de los hechos hasta llegar a Colloto. Un joven conductor testigo del suceso trató de seguirle: «Llegó a alcanzar los 100 kilómetros por hora», declaró ayer. No consiguió «darle caza». Le perdió la vista antes de llegar a la calle Tenderina.

El procesado siguió su trayecto, como recoge el escrito fiscal, con escasa visibilidad. «El parabrisas estaba fracturado y la carrocería hundida», algo «coincidente con la huella de una persona», afirmó durante el juicio uno de los agentes que durante la madrugada del atropello mortal se encargó de localizar el vehículo implicado.

Se encontraba en la carretera general de Colloto. Allí, el investigado estacionó y entró en un bar. Pidió un «chupito que no se bebió entero» y una botella de agua. En todo momento se mostró «muy nervioso», según comentó ayer la camarera del local en sede judicial. «Hizo comentarios de la que he liado, que había hecho algo muy gordo y dijo que pensaba que había atropellado a un jabalí». Creía que «iba a ir preso», apuntó esta testigo.

El acusado abandonó el establecimiento tras tener una trifulca con una clienta. Cogió un taxi y pidió ir a un club de alterne porque «quería pegar una cabalgada», corroboró ayer el conductor. A la salida se dirigió a su domicilio en otro taxi y se «quedó dormido». A la llegada a su domicilio fue detenido por la Policía Local. «Los agentes -prosiguió el taxista- ya le esperaban». Tras identificarle, lo detuvieron y tras pasar a disposición judicial, quedó en libertad con cargos.

El juicio, tres años y medio después del atropello mortal, ha quedado visto para sentencia.

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