«Nos llamaron fascistas y nos lanzaron un adoquín»

Los dos procesados por dicho incidente han comparecido esta mañana en el Juzgado de lo Penal nº3. El primero en intervenir ha sido el profesor acusado de arrojar una piedra o similar contra la parte trasera de la furgoneta, provocando desperfectos por valor de 1.545 euros. En su declaración, ha negado rotundamente haber lanzado nada contra el vehículo y ha asegurado que «me agarraron por la espalda, me tiraron al suelo y me pegaron patadas en la cara». Como resultado, el profesor tuvo que ser atendido por la ambulancia y, ya en el hospital, le pusieron grapas en la brecha de la cabeza, un collarín y tuvo que recibir tratamiento fisioterapéutico para evitar daños cervicales. Aunque ha preferido no responder a preguntas de la acusación, ha manifestado que «no corrí en ningún momento porque no pensé que me fueran a perseguir a mí».

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P. A.

El segundo en intervenir ha sido el militante de Vox que, tras apercibirse de los daños de la furgoneta, habría perseguido al presunto autor de estos hechos que volvía en dirección al campus. Según su versión, a mitad de la persecución, el profesor tropezó y al caer, se golpeó contra las escaleras, produciéndose así las lesiones de la cabeza. «Yo no le golpeé, se cayó él solo porque ya estaba fatigado de correr», ha advertido el militante de Vox, quien ha asegurado que «nos llamaron fascistas y nos lanzaron un adoquín».

También ha declarado, en calidad de testigo, el entonces responsable de logística del partido para dar cuenta de la tensión que se respiraba aquella mañana en el campus. «Era la cuarta mesa informativa que colocábamos cerca de una sede de la Universidad. No había habido incidentes, pero aquel día fue distinto», ha precisado. El testigo, que había llegado quince minutos antes para colocar la mesa y la bandera de España, se encontró con una multitud gritando consignas como «fascista muerto, abono pa mi huerto», «hijos de puta» o «que vuelva el 34». Mientras estaba descargando material de la mesa, lo empujaron y le quitaron la bandera por lo que decidió llamar a la policía.

Los agentes que se personaron en el campus aquella mañana también han notificado ante la jueza lo caldeado que estaba el ambiente. Sobre las 2.30 horas cuando los militantes se disponían a volver al centro con su vehículo, escoltados por dos furgones de policía, los agentes se apercibieron de que uno de los militantes salía corriendo del vehículo. Los agentes salieron a su encuentro y este les señaló que un chico, identificando claramente al profesor, acababa de lanzar un objeto contra la furgoneta. La persecución termina en las escaleras del Milán donde, según los agentes, «hay un forcejeo» entre las partes, y el profesor se cae al suelo. Acto seguido, los agentes proceden a separar a las partes y a disgregar a la multitud que había vuelto al lugar.

La policía descarta que hubiese patadas, pero uno de los agentes reconoce que, ante la tentativa de huir del profesor, se le da en el muslo con la defensa. No obstante, quien, según su declaración, sí vio las patadas fue otro de los testigos, alumno de la facultad y compañero gaitero del profesor, quien ha asegurado que tanto el militante como el policía estaban sobre el profesor, que permanecía en posición fetal.