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Aquella noche de la que en pocos días se cumplirá el primer aniversario –el 31 de marzo– todo se precipitó: una mano negra prendió el fuego cerca de la una de la madrugada, una docena de focos iluminaron enseguida el Naranco mientras ... la ciudad dormía ajena, y las llamas avanzaron a gran velocidad por el monte –como en otras partes de Asturias, avivadas por la temperatura y el viento–. Los bomberos recibieron el aviso tres cuartos de hora después y cuando llegaron, las llamas alcanzaban ya los diez metros de altura. Una lucha de horas porque hasta avanzada la mañana no lograron controlar el fuego. El saldo, el más evidente, un Naranco ennegrecido. En cifras, ese fuego intencionado arrasó el 25% de la superficie, unas 99 hectáreas. Dañó la flora y la fauna.
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Susana Neira
Susana Neira
El monte tardará años en curarse de sus heridas. ¿Cuántos? «Si conseguimos que no haya más catástrofes naturales, en una década o dos el Naranco volverá a ser lo que era». El plazo lo estima Fran del Cid, fundador de la empresa Bosquia, dedicada a la recuperación forestal de espacios degradados y quienes se encargan de las plantaciones en fincas públicas y privadas del monte. La parte buena, siempre la hay o se busca, es que «es cierto que mucho de lo que quemó era eucalipto y lo que estamos reintroduciendo es especie autóctona, con lo cual tendrá un mayor valor a nivel medioambiental» en el futuro. Plantan abedules, robles, acebos o sauces.
Para ponerse manos a la obra, Bosquia tiene compañeros de viaje. Este equipo, con diecisiete personas en plantilla a nivel nacional y sede en Gijón, es el encargado de materializar el proyecto de la Fundación Vinjoy, que gracias a la colaboración de Edp y el Ayuntamiento, plantará miles de árboles en tres zonas del Naranco. Otro convenio con la empresa Imasa ayudará a regenerar otras zonas del Naranco. Reforestarán muchas hectáreas, cientos de miles de árboles.
Aunque, según explica Del Cid, no siempre hay que actuar en una zona afectada por el fuego. La propia naturaleza revive a veces sin ayuda: «Hay zonas que no estamos actuando en ellas porque se regeneran de forma natural. Esos árboles que parecían quemados, retoñan con más fuerza y sin competencia. Son árboles pirófilos, amantes del fuego».
De las especies autóctonas, dentro de un año habrán sobrevivido alrededor del 90%. El resto, se volverán a reponer. Para que crezcan todas. «Tendremos que espera r unos diez años para que esos árboles ya tengan una altura considerable. Es cierto que en Asturias, por la humedad que hay, crecen muy rápido», indica el fundador de Bosquia.
¿Y cómo se puede evitar que se repita algo así? Del Cid lo tiene claro: «Mentalización de la población; es decir, que entendamos que el bosque es un tema de todos, que haya más vigilancia, más batidas, y luego cortafuegos y mantenimiento».
Esto último, el mantenimiento del monte, es otra de las grandes reivindicaciones de los vecinos del Naranco, que ven peligrar de nuevo sus propiedades si el fuego vuelve a asolarlo. Carlos Madera, de la Asociación Fuente de los Pastores, y Eduardo Llano, residente en la zona, respaldan la misma petición: las fincas deben limpiarse y desbrozarse para evitar otra catástrofe.
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