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«Estamos muy orgullosos de todo lo que hizo; era muy bueno y muy trabajador». Así despedía este domingo Josefa Arganza a su hermano Nicolás, el doctor arquitecto fallecido el sábado a los 89 años en su domicilio de La Fresneda que deja como ... legado el diseño de más de un centenar de edificios solo en Oviedo, entre ellos el Banco de España, y otros muchos por el resto de Asturias, como el colegio Meres. Un profesional reconocido y muy querido a cuya familia arroparon cerca de un centenar de personas durante el funeral en la iglesia de Santa María de La Fresneda.
Un emotiva despedida donde se recordaron con nostalgia desde las «aventuras» de infancia de Nicolás con su hermana, su amor a su tierra natal, Tineo, su enorme vocación profesional o su pasión por el rugby, convirtiéndose en uno de los impulsores de este deporte en Asturias.También, por supuesto, su amor por la familia y los muchos recuerdos vividos entre los diez hijos que compartió con su viuda, Rosa Álvaro Fernández. Al ser una familia tan numerosa, su hijo Nacho bromeó con cariño sobre la disciplina a la que les sometía su padre en casa. «Si no imagínate el descontrol», explicó. «Era un referente para muchas personas», agradeció.
El propietario de la constructora Diher, José Antonio Menéndez, pasó muchas horas con el arquitecto reconocido con el premio Castelao en 2019. Le recordó como un hombre con un gran valor humano y un profesional excepcional: «Estaba enamorado de lo factible, lo más importante era lo que se podía hacer». Mismos valores que destacó Juan Alonso García, miembro de la directiva del Oviedo Rugby. Se acercó a La Fresneda en nombre del club que fue tan determinante en la vida de Arganza. Aseguró haber tenido el placer de jugar a las órdenes del tinetense a finales de los años setenta. «Era exigente, pero muy cercano», le describió. Además, prosiguió, «fue la persona que más influyó en lo que somos hoy en día; su vinculación con el equipo ha sido constante hasta tal punto de que sus nietos, ahora, forman parte de la escuela».
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Nicolás Arganza nació en Tineo en 1932 y descubrió su vocación por la arquitectura con tan solo 8 años. Pocos o ninguno hubiesen podido atisbar que el tinetense terminaría diseñando más de un centenar de edificios en la capital asturiana. Algunos de ellos tan emblemáticos como el Banco de España, las facultades de Derecho y Estomatología o el colegio de Santa Teresa de Jesús, ubicado en la falda del Naranco. Orgulloso de su procedencia, también dejó su huella en su municipio natal firmando obras de relevancia como la rehabilitación del Palacio de Merás, Cafento o el polideportivo.
Su extensa labor como profesional le llevó a ser galardonado en 2019 con el Premio Castelao, que otorga el Colegio de Arquitectos de Asturias, del que también fue presidente entre 1975 y 1976. Sin embargo, no todo fue escuadra y cartabón en la vida Arganza ya que compaginó su pasión por los edificios con el rugby, llegando defender en varias ocasiones al XV del León (Selección Española) en la posición de talona.
El fallecimiento de Nicolás Arganza deja un hueco irremplazable. Sin embargo, su legado permanecerá imborrable, integrado a golpe de cemento en los cimientos de la sociedad asturiana.
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