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JUAN CARLOS ABAD
OVIEDO.
Viernes, 1 de junio 2018, 03:19
La alumna del Conservatorio Superior de Música que asevera haber sufrido episodios de maltrato por parte de su profesor de violín durante más de dos años presentó ayer la denuncia en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo. Lo hizo en ... persona, acompañada por sus familiares y en sus propios términos. En el escrito describe cómo, tras un primer año sin problema alguno en el centro, en el que aprobó las doce asignaturas, decidió cambiar de docente. Creyó que quien luego acabaría supuestamente manoseándola, besándola y pegándole con el arco del instrumento era el idóneo por su «mucha fama y experiencia». Por prestigio.
Cuenta que no tardó mucho en darse cuenta de que aquello no era lo que esperaba. A la tercera clase notó una actitud «excesivamente cariñosa». Nunca antes un profesor la había tocado sin permiso para corregir la postura. Este sí. Aquel día, explica la alumna, le «presionaba con su mano el pecho». Las confianzas escalaron en lo sucesivo. En la intimidad del aula, en la que maestro y discípulo ensayan solos, «me decía que era una chica muy mala» o le contaba chistes soeces en los que aparecía frecuentemente la palabra «follar».
Ante aquello, durante una temporada, se hizo acompañar de otra alumna que acudió a las clases como oyente. Explica la estudiante en su escrito que la actitud del profesor cambió durante aquel periodo. Cuando aquella dejó de acudir, los insultos y las vejaciones se agravaron. «Eres idiota, no vales para nada, retrasada mental», afirma que le increpaba, por un lado y, por el otro, trataba de besarla y de olerla cuando se le acercaba.
Presa de la ansiedad, siguió tomándose la pesadilla en la que se había convertido sus estudios en un reto académico. Decidió aguantar carros y carretas con tal de labrarse un futuro en la música pese a que sus calificaciones empeoraban.
«El maltrato al que me sometía empeoró». «Ya no solo se atrevía a meter mano o a gritar, sino que también me agredía», cuenta. En los días anteriores, la alumna se refirió a este medio acerca de empujones reiterados y golpes en las manos con el arco del violín. Añade en su denuncia ante el juzgado que para golpearla también empleó un anillo de gran tamaño.
A mitad de ese curso, la actitud denunciada se volvió «más viciosa» con acercamientos, besos y tocamientos. Una situación que le resultaba asquerosa. Entonces, presa de los nervios, dejó por una temporada de ir a clase. En teoría no iba a poder examinarse pero la dirección del centro, una vez presentados informes médicos, accedió a que se presentara a la prueba. Sin mucho tacto por parte de los responsables del centro, cuenta la alumna que el profesor se enteró de los motivos de su ausencia. «Sé que tomas pastillas», le espetó nada más verla.
Ya en este curso, ante la disyuntiva de abandonar definitivamente los estudios o cambiar del profesor, realizó un escrito a la dirección del centro para que le cambiaran. Sin embargo solo relató que su repertorio no había sido modificado en los dos años y que no estaba de acuerdo en cómo impartía las clases. El centro accedió a su petición.
Si la denuncia es admitida a trámite, la chica tendrá que ratificar su testimonio y durante la instrucción el profesor tendrá la oportunidad de deponer su versión.
Este diario ha confirmado que al menos otras dos alumnas afirman haber sufrido episodios similares.
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