«Se me turba la razón al verte, me estoy poniendo nervioso al mirarte», le dijo a una víctima

El primer caso de estos tres juzgados sucedió el 1 de mayo de 2019, en la calle Uría. Igor Postolache se aproximó a una joven que se encontraba en la parada de autobús y le dijo: «Eres muy guapa, me gustas mucho, ¿quieres venirte conmigo?», y, a continuación se marchó del lugar. El segundo sucedió, en las inmediaciones de la misma vía, el 20 de agosto. A las nueve de la noche. Abordó a otra chica: «¿Crees en el destino?», «¿te han decepcionado los hombres a lo largo de tu vida?», le preguntó. Después, se acercó aún más a ella y acariciándole la cara le dijo: «Eres fantástica». Después, según recoge la sentencia, cada uno se marchó por su lado.

El tercer caso sucedió tan solo dos días después, el 30 de agosto. También en la calle Uría. Igor P. se arrimó a su víctima diciéndole que si podía hacerle una pregunta. Y acto seguido, le espetó lo siguiente: «Se me turba la razón al verte», «me estoy poniendo nervioso al mirarte». Ahí, reza el fallo, le confesó que «le gustaría ponerle una bolsa de plástico en la cabeza», momento en el que ella se separó y abandonó el lugar.

En el juicio, Igor rechazó los hechos e indicó que se acercó a las jóvenes con la intención de mantener una conversación con ellas. Salió absuelto.

Ahora, tras el atroz crimen de Erika, de tan solo 14 años, a manos, según todas las pruebas, de este individuo, decenas de chicas han afirmado que han sido acosadas en plena calle por el moldavo desde 2019. Todas le señalan y les duele en el alma la trágica muerte de la niña.

Son numerosos los testimonios que empiezan a entrelazarse, testimonios de mujeres jóvenes que, dicen, haber sufrido las consecuencias del comportamiento de acoso del moldavo. Nerea Enríquez, según manifestó a este diario, se encontró frente a frente con él en la plaza de Feijóo, en 2019, después de que él la «fichara» y fuera, sin dudar, «directamente» hacia ella. «Atravesó todo el grupo y se puso delante para pedirme el número de teléfono. Insistió seis o siete veces». El acosador se puso «a milímetros de mi cara. Me puse a hiperventilar, a llorar, porque pasé mucho miedo», relató a este diario. No llegó a denunciar.

Otra joven, N. G. L., se topó con el acosador en el verano de 2019 en el barrio de Gascona. Se le acercó para decirle que «era muy guapa y que si quería tomar algo con él». Días después se lo volvió a encontrar por Fray Ceferino. Ya por entonces, surgió una cadena de mensajes entre chicas que avisaban si lo veían. Todas compartían lo mismo: le tenían miedo.