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Un agente de la Científica sale del portal del número 69 de la calle Vázquez de Mella pocas horas después del asesinato de Erika que conmocionó a Vallobín, el martes. JOSE VALLINA

El acusado de matar a Erika ingresará en prisión por asesinato y tentativa de agresión sexual

Igor Postolache se niega a declarar ante la jueza y será trasladado a la cárcel cuando se recupere de las veinte puñaladas que se autoinfligió

Alberto Arce

Oviedo

Sábado, 9 de abril 2022, 03:54

Desde una camilla, aun convaleciente por las lesiones de veinte puñaladas autoinfligidas después de asesinar, presuntamente, a una niña de 14 años en el portal de su casa, guardó silencio. Ayer, Igor Postolache, el moldavo de 32 años acusado de matar a Erika Yunga en ... el número 69 de la calle Vázquez de Mella el pasado martes, se acogió a su derecho a no declarar ante la jueza del Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo. Esta, se desplazó a primera hora de la mañana al HUCA, donde se recupera, fuera de peligro, el supuesto asesino, para tomarle declaración como investigado. No obstante, ni el silencio ni las heridas lo salvaron de recibir, pasadas las cuatro de la tarde, un auto ordenando su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza en el que se le atribuyen los delitos de asesinato y tentativa de agresión sexual, tal y como había solicitado previamente la Fiscalía Superior del Principado de Asturias. Las cuatro pasadas de la tarde, la misma hora a la que el martes llegaba a Urgencias en una UVI móvil escoltado por la Policía Nacional tras suceder el brutal crimen.

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Galería. Triste despedida a Erika en Oviedo.

Esto, según informaron ayer desde el TSJA, «sin perjuicio de que, a lo largo de la instrucción, dicha calificación pudiese modificarse». También confirmaron, por otro lado, y como había adelantado el diario EL COMERCIO en exclusiva, que «no le constan antecedentes penales».

Su traslado al Centro Penitenciario de Asturias se hará efectivo en cuanto sea dado de alta en el HUCA. Por ahora, la magistrada instructora mantiene el secreto de sumario. El Ministerio Público, por su parte, considera que existe riesgo de fuga, de destrucción de pruebas y de reiteración delictiva.

Casos previos no le faltan. Y es que lo que sí constan son tres sentencias en relación a los dos procedimientos en los que se había visto implicado anteriormente. Una absolutoria por un delito leve de amenazas del Juzgado de Instrucción número 4 de Oviedo, denunciado por una joven a la que había acorralado e intentado poner una bolsa de plástico en la cabeza en la calle Uría. La única condena que se le conoce en España es al pago de una multa de 240 euros por acosar a una joven en un autobús urbano entre Trubia y Oviedo. Aun así, son decenas las chicas que han hecho público en las redes posibles casos de acoso callejero en los que Igor podría haber estado involucrado. A los seis meses los antecedentes desaparecen, lo que explica el blanco de su ficha hasta el momento.

El suceso en sí mismo es uno de los más atroces que se hayan producido en la ciudad de Oviedo. Eran las dos y cuarto de la tarde del martes cuando Erika Yunga, acompañada de varias amigas, salía de sus clases en el IES de La Ería. Aunque apenas la separaban siete u ocho minutos a pie de su domicilio, se entretuvo con ellas en el parque y no llegó a su portal hasta pasadas las tres. Allí, llamó al portero automático de la cuarta planta, donde la esperaban su padre y su hermano mayor. Nunca llegaría a casa.

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En el rellano del edificio que da al ascensor y a la escalera la esperaba Igor, pertrechado con un arma blanca. Por causas que los agentes de la Jefatura Superior de Policía se encuentran aún investigando, la apuñaló allí mismo y, después, la arrastró hasta su piso, el 1º E, un apartamento de 53 metros cuadrados donde el después detenido terminó atrincherado en el baño junto al cuerpo de la menor. La adolescente, víctima de múltiples heridas, mostraba «marcas defensivas», lo que llevó rápidamente a los agentes a interpretar que había opuesto resistencia. Tras la autopsia, el forense determinó que no había sido víctima de una agresión sexual.

Mientras ocurría todo, su familia comenzaba a inquietarse en el cuarto piso por la tardanza de la pequeña Erika. René, su padre envió al hermano a buscarla, quien se encontró con una escena dantesca: la cazadora de la niña estaba tirada en el suelo y un gran reguero de sangre manchaba el portal con marcas de arrastre que llegaba hasta la puerta del acusado. La Policía tardó pocos minutos en llegar.

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Una vez allí, y tras no lograr acceder por la puerta del apartamento, consiguieron adentrarse en la vivienda a través de una ventana por el patio trasero. Hallaron a los dos tendidos, al presunto homicida cubierto de sangre tras las veinte puñaladas que se había asestado y en estado grave en el baño; y a la joven, apenas con un hilo de vida.

Pese a sus intentos, no pudieron salvarla. La niña falleció allí mismo. A él le leyeron sus derechos y se lo llevó una UVI móvil sin que pudiese siquiera declarar por qué lo había hecho. Ayer tampoco quiso hacerlo. Evoluciona favorablemente desde entonces.

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