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Un Oviedo de centenarios

Un Oviedo de centenarios

El teatro Campoamor cumple en unos meses 125 años, una efeméride que será protagonista en 2017

Idoya Rey

Martes, 14 de marzo 2017, 15:42

Hace exactamente cien fines de semana que este suplemento dominical recoge las historias de Oviedo. Cien números dedicados a una ciudad más que centenaria, una urbe que acumula siglos de historia y que cada año celebra esas efemérides más representativas de su vida. El aniversario protagonista de este año será el del teatro Campoamor, que ha sobrevivido a diferentes avatares durante 125 años, pero no es el único centenario de la ciudad. Esa cifra redonda cumple también la nave donde los aprendices de la Fábrica de Armas de La Vega trabajaron durante décadas y muy cerca se queda la llegada del tranvía a la ciudad, que fue exactamente hace 95 años. Son algunos de los centenarios de la ciudad en 2017.

Buceando en las hemerotecas hay hechos reseñables, también curiosos, que se produjeron en Oviedo durante aquel 1917. Ese año hubo en todo el país una huelga general, la huelgona, que en el caso de Asturias se prolongó durante varios meses. Así ha quedado recogido en la historia, como también la visita a la ciudad de Francisco Franco, años antes de su dictadura. En la primavera de 1917 fue destinado a Oviedo, donde se hospedó en el hotel París. Allí entabló amistad con Joaquín Arrarás Iribarren y ese mismo verano conoció a la que más tarde sería su mujer, Carmen Polo y Martínez Valdés. Ya existía por aquel entonces el gran teatro de la ciudad: el Teatro Campoamor.

125 años del coliseo ovetense

Fue un 17 de septiembre de hace 125 años cuando el Campoamor abrió sus puertas, más de un siglo de agitada vida, marcada por reformas y una actividad incesante. De hecho, su primera reforma cumple ahora cien años y sirvió para realizar una reestructuración del interior y una ampliación del aforo. Corría el siglo XIX cuando el teatro del Fontán, la Casa de Comedias, no daba para más. Ese teatro se caía a trozos, pero Oviedo no podía quedarse sin coliseo. El por entonces alcalde, José Longoria Carbajal, dio los primeros pasos para construir un flamante teatro para la ciudad, uno que satisfaciera la capacidad esperada y el horizonte del siglo XX.

La decisión para erigir el teatro, el Campoamor por intercesión de Leopoldo Alas Clarín, que propuso el nombre al Ayuntamiento, se tomó en 1876, aunque la materialización aun tardaría unos años. Fue en 1892 cuando el teatro fue inaugurado con una representación de la ópera Los Hugonotes de Meyerbeer. Esa fue la primera temporada de ópera de la ciudad, aunque el teatro ha tenido en todos estos años muchos otros usos. En 1915, el Consistorio apostó por instalar un cinematógrafo, sustituido años más tarde por otro sonoro, para rentabilizar las instalaciones. El cine siguió proyectándose allí hasta la llegada de las salas modernas de cine, que dejaron el centro de la ciudad sin pantallas. Aunque con un parón de por medio, porque el teatro ardió hasta los cimientos en 1934. Durante la revolución de octubre fue quemado por las fuerzas gubernamentales para proteger el aledaño convento de Santa Clara, hoy convertido en sede de Hacienda. El teatro quedó reducido a cenizas, solo quedó en pie la antigua fachada presidida por dos estatuas de la Tragedia y la Comedia, hoy perdidas. El teatro se reinauguró en 1948.

La llegada del tranvía

Unas recientes obras en la plaza del Ayuntamiento dejaron al descubierto las antiguas vías del tranvía de la ciudad. Porque la historia de Oviedo siempre estuvo ligada al transporte. En 1889, durante doce horas al día, con una frecuencia de 30 minutos a partir de las ocho de la mañana, un carro con mulas llamado rippert cubría el trayecto entre el Ayuntamiento y la Estación del Norte. Los conductores aprovechaban el trayecto y realizaban paradas intermedias en las calles Jesús, Fruela y Uría. Ese fue el germen del transporte público de la ciudad, en el que hace 95 años el tranvía pasó a ser el protagonista. Se inauguró un 30 de abril de 1922 y fue todo un acontecimiento. Las tres líneas iniciales contaban con coches rojos que unían el Ayuntamiento y Lugones (línea 1); Buenavista y Colloto (línea 2) y San Lázaro y La Argañosa (línea 3). En total, contaban con 18 vehículos.

El tranvía circuló por las calles ovetenses hasta 1956, cuando hacen su aparición los dos primeros autobuses y cuando comienza su decadencia. Pese a que el sistema se mantuvo durante décadas, prácticamente desde sus inicios, todo apuntaba a su desaparición. Había descarrilamientos, averías y atascos provocados por el tranvía.

Los aprendices de La Vega

La fábrica de armas de La Vega es otra de esas piezas indispensables en la historia de la ciudad, una pieza que hace un siglo sumó en su segunda fase de construcción la nave que albergaría durante décadas la escuela de aprendices de la fábrica.

Durante años, el trabajo de la fábrica de armas traspasó fronteras y detrás de las piezas exquisitas que salían de Oviedo existía una apuesta por el diseño y la formación desde su origen.

Cuando los jóvenes de la escuela de aprendices pisaban por primera vez las instalaciones se encontraban con máquinas similares a las de los talleres reales. Esas clases prácticas se completaban con las teóricas, en las que los estudiantes contaban, según explica en varias publicaciones la investigadora Sonia Santacoloma, con un fondo de 3.000 volúmenes. El curso 1991-1992 fue el último de la escuela, un cierre que anticiparía el que llegaría dos décadas después, el de la fábrica de La Vega, hoy con un futuro aún incierto.

300 años de capilla

No es un centenario, sino tres, los que cumple la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto, que se dio por concluida en 1717, con el traslado de la imagen de la Virgen del Rey Casto, que se encontraba provisionalmente en la capilla de Santa Bárbara de la catedral ovetense. En realidad, las obras habían terminado unos años antes, pero hasta ese momento no se dio por inaugurada. Allí se encuentra el panteón de los reyes asturianos. La construcción de esta capilla que sustituyera al viejo y deteriorado panteón fue orden del obispo de Oviedo Tomás Reluz.

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