Llevo unos meses leyendo libros relacionados con música; desde la biografía de Shostakovich novelada por Julian Barnes, al cómic sobre la vida de Django Reinhardt, pasando por ensayos de neurólogos que explican qué hace la música en nuestra cabeza. Busco entender esa enajenación emocional que ... nos provoca para un libro que estoy escribiendo, y por eso saqué de la estantería a Julio Cortázar. Leí sus cuentos hace veinte años, pero hacerlo ahora ha tenido un efecto curioso. Si están sintiendo estos días cierta crisis de identidad porque no reconocen el mundo en el que viven, porque lo que escuchan suena discordante, chirriante y desafinado –la franja de Gaza como resort, inmigrantes perseguidos y cazados, una red social con ínfulas de anillo de Sauron, el fin de la ayuda humanitaria–, lean a Cortázar, porque lo que pasa en sus relatos es tan surrealista e inesperado que vuelve nuestra actualidad algo más que verosímil.
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El cuento en cuestión se llama 'Las Ménades' y narra la historia de un concierto en un teatro de una ciudad de provincias. El director de orquesta, veterano y consagrado, ha diseñado un programa con piezas clásicas de melodías 'silbables'. Es lo de siempre lo que a su público le gusta, lo que les hace enloquecer. Y no falla. Cuando la orquesta empieza a tocar, los asistentes reconocen cada nota y su entusiasmo va en aumento; la música les da la razón, los envalentona hasta acabar enajenados en una especie de alucinación dionisiaca que los eleva y los empuja a asaltar el escenario.
Al terminar el cuento me quedo con esa idea; con el asalto al escenario, y reconozco el terror que subyace del relato. La emoción no legitima ningún acto, e irrumpir en lo intocable diluye la frontera entre lo que está bien y lo que está mal. Y esa es nuestra actualidad. Lo primero que hizo Trump al llegar a la Casa Blanca fue indultar a los que asaltaron el Capitolio, esos que atacaron a los policías que protegían el edificio y a sus representantes electos. Me pregunto en qué estaría pensando Cortázar cuando escribió 'Las Ménades' allá por 1958. Entre otras cosas, Cortázar se inventó el tiempo de lectura, las formas de lectura, los ritmos de lectura. Todo. Cortázar destrozó la linealidad del relato en su novela 'Rayuela'. Pero sus inicios fueron un fiasco tras otro, con novelas rechazadas y concursos de poesía en los que no fue ni finalista. Entonces llegaron sus cuentos y redefinió la palabra fracaso. Y ahora, medio siglo después, su cuento redefine la palabra democracia. Si quieren saber cómo acabó el director de orquesta, lean el relato; entenderán mejor todo lo de Trump.
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