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Dos años seguidos quizá habría sido refalfio y un acierto de Anthony Blake o de la inteligencia artificial colocarían a la humanidad al borde de un extraño abismo para el cual no estamos preparados. La Lotería de Navidad, el azar más esperado del año, volvió ayer a la normalidad, dejó a Asturias casi a dos velas, como habitúa, tras los 150 millones lanzados el pasado año desde el hiperespacio de Moreda, y regó bien España de millones con democrática y creciente diversidad territorial, hasta tal punto de despachar el Gordo a través de 268 puntos de venta, lo nunca visto. Una atomización que suele venir asociada a números raros, o feos, o atípicos, según se mire, como ese 88008 que subió ayer al limbo del histórico de los primeros premios del 22 de diciembre con el caché adicional de ser el más alto jamás cantado, hasta ahora, por los niños de San Ildefonso. El más alto y, también, el más tardío, pues hizo morderse las uñas a los españoles hasta las 13.16 horas, una demora que nadie recordaba.
Por partes. En la retina de todos estaba el pelotazo de 2022. Esos 150 millones de euros del 05490 vendidos casi íntegramente en Moreda de Aller, que canalizó el Club Atlético de Mieres. Una millonada que recordó a todos aquellos 360 millones de 2007 cuando otro número feo y bajito, el 06381, dinamitó Nava y Siero. Sin embargo, ayer Asturias volvía a la casilla de salida, a esas migajas que no se corresponden con nuestro alto nivel de participación en el sorteo más esperado del año. Cinco décimos del Gordo despachados en Gijón (2), Oviedo (2) y Llanes ponían la honra. Diez del segundo premio en Cudillero y 206 de varios quintos, con especial protagonismo llanisco, completaron un pequeño botín de 4,48 millones en grandes premios que vino a igualar, casi al céntimo, el de 2021 y a parecerse bastante con el acumulado en el último decenio, que solo presenta las afortunadas excepciones de 2017 (Candás) y 2022 (Moreda).
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Para el anecdotario, siempre un consuelo, queda el registro de la gijonesa administración de la Acerona, donde El Búho de la Suerte, todo un veterano, logró atrapar con sus garras hasta cinco grandes premios. En cantidad reducida, pero cinco: un décimo del gordo y varios de cuatro quintos. Algo que, según estimaba el propietario de la administración, Borja Muñiz, puede que nunca se haya dado en Asturias. ¿Causal? No tanto. «Este año hemos apostado por la variedad y ha dado sus frutos», comentaba satisfecho.
En el resto de España, entretanto, la fortuna fue pareja a la tendencia marcada por el 88008, vendido prácticamente en todas las autonomías e incluso en casi todas las provincias. El segundo, 58303, también se dispersó para no herir sensibilidades. Y el tercero se decantó, a modo de contraste, por la concentración absoluta. Biar, un pueblo alicantino encaramado en torno a su castillo, de 3.600 habitantes, copó las 185 series del 31938. O sea 92,5 millones que, de una u otra manera, habrán tocado a casi todos (serían de promedio unos 25.600 euros por habitante).
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Pilar Gutiérrez
Con los primeros 40.000 euros exentos de tributo en cada décimo premiado, a quienes atraparon el gordo les quedan limpios 328.000. Todo aquello que iguale o supere los dos mil euros debe cobrarse a través del BBVA o Caixabank, sin que esto obligue a abrir cuenta. A quien no esté en esta tesitura, o sea, la mayoría de la población, le queda ahora la sugestiva opción de alargar su mirada al sorteo del 6 de enero en busca del mejor regalo de Reyes. Y si no, ya saben: salud, amor y centollos.
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