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E. C.
Viernes, 22 de diciembre 2023, 12:15
La Lotería de Navidad no solo deja una lluvia de dinero por todo el país. El sorteo protagoniza una retahíla de anécdotas dentro del Teatro Real, que cada año congrega a cientos de fieles ataviados con todo tipo de vestimentas para ver en directo cómo los niños de San Ildefonso cantan los números premiados.
El primero en entrar, a las 7.15 horas, llegó desde Novales, un pueblo de Cantabria. Su nombre es Jesús Manuel Ruiz pero se hace llamar el Papa de la Lotería e iba acompañado de su hijo Sergio vestido de monaguillo. él lleva años acudiendo fiel a su cita con el sorteo del Gordo, y este es su tercer año disfrazado de sumo pontífice.
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Juega 37 décimos y guarda mucha fe en el cero. De hecho juega el 00000 y cree que este año tiene posibilidades. Junto a Jesús, está Juan Manuel, también conocido como El Obispo de la Lotería, que llegado desde León y que es otro de los clásicos de las colas nocturnas del día 22. Juega nada menos que 80 décimos, algunos más de los que lleva Manoli, la más veterana de esta curiosa galería de personajes que se juntan todos los años para seguir en directo los cánticos de los niños de San Ildefonso. Manoli, de 86 años y nacida en Ceuta, juega 69 décimos y este año ha venido disfrazada de cesta de navidad.
En la festiva cola de la lotería hay personajes disfrazados de Don Quijote, de bandera de España, de elfos, de hada madrina, de décimo de lotería, de rey mago, de lata de Coca Cola...
Todo para ver a los niños de San Ildefonso cantar los premios, un momento para el que se preparan durante semanas. Pero a veces los nervios traicionan en un momento tan especial. Cuando empezaba su tabla, a una de las niñas de San Ildefonso se le cayó una de las bolas tras sacarla del bombo. Y no fue la única vez que una bola se dio a la fuga. Unas tablas más tarde, apareció una nueva esfera escapista.
Por suerte, el Teatro Real está preparado para este tipo de imprevistos. El suelo cuenta con una moqueta para evitar que las bolas rueden y se pierdan en el caso de que se caigan.
Estaba a punto de terminar la octava tabla cuando comenzaron los problemas con el bombo que contiene los números. Uno de los operarios de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) tuvo que intervenir en dos ocasiones al no caer la bola. Un problema con fácil solución, ya que bastó con darle unos pequeños golpes a la manivela para que saliera la esfera.
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