DIANA MARTÍNEZ
Jueves, 14 de abril 2022, 01:09
Uno de los peores escenarios para el Ejército de Ucrania podría hacerse realidad en un futuro más que cercano. La caída de Mariúpol, una de las ciudades más golpeadas durante la invasión, es una posibilidad cada vez más real y podría tener lugar en las próximas jornadas. Hoy se cumplen 50 días desde que estalló la guerra. El cansancio se une con la falta de munición y provisiones, aunque la 36º brigada de la Marina, que defiende el enclave portuario, sigue haciendo «todo lo posible e imposible» para llevar a cabo la «batalla final» por defender la urbe, afirmaba el lunes su comandante en jefe, Valery Zaluzhny.
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Mariúpol es un enclave estratégico. Su captura permitiría a Moscú conquistar la franja costera a lo largo del mar de Azov conectando las regiones del Donbás con Crimea, anexionada en 2014. La ofensiva en esta ciudad dio un giro ayer. El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó que más de mil soldados del batallón ucraniano se rindieron «como resultado de las exitosas acciones ofensivas de nuestras Fuerzas Armadas y las unidades policiales de la República Popular de Donetsk», declaró el portavoz de la cartera, Igor Konashenko, quien cifró el número concreto en 1.026 militares que «voluntariamente han depuesto las armas».
Entre los soldados rendidos hay 162 oficiales y 47 mujeres, precisó Konashenko. También hay 151 heridos que recibieron primeros auxilios y fueron trasladados a un hospital de la localidad para recibir tratamiento. No obstante, desde el Ministerio de Defensa ucraniano afirmaron «no tener informaciones» acerca de la presunta rendición, aunque sí confirmaron que las tropas del Kremlin continúan lanzando ataques contra Azovstal y el puerto. Por otra parte, el Estado Mayor de la Defensa Territorial de la autoproclamada República Popular de Donetsk indicó que 1.009 militares de Kiev también depusieron las armas, «al tomar la decisión de conservar su vida y rendirse a las tropas» del territorio.
Conforme avanza la ofensiva rusa y la ucraniana pierde fuelle, parece que el futuro cercano de Mariúpol está escrito. Y no es alentador. Al menos para Kiev. Para Moscú podría ser su primera ciudad importante conquistada desde el inicio de la invasión; el gran éxito que espera con ansias el presidente Vladímir Putin de cara al 9 de mayo, cuando Rusia conmemora su victoria ante Alemania en la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el alcalde de la ciudad asediada, Petro Andryushchenko, aventuró, según la información del Servicio de Inteligencia, que el Kremlin ha ordenado a sus soldados «limpiar el distrito central de la ciudad de los escombros y los cuerpos de los muertos para asegurar el desfile» para esa efeméride. Aparentemente, los ocupantes planean organizar un «carnaval de la victoria» en Mariúpol.
¿Cómo alcanzar ese éxito? Putin lo tiene claro. Aumentar su fuerza es clave, y está en ello. El Ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Reznikov, afirmó que ya hay más de 10.000 soldados rusos cerca de Mariúpol que intentan capturar la ciudad. Las tropas defensoras necesitan apoyo, y lo han encontrado en el Batallón de Azov -de unos mil efectivos-, según anunció ayer Alexéi Arestovich, asesor de la Presidencia ucraniana. «El regimiento recibió refuerzos significativos. Los defensores unidos de Mariúpol reforzaron seriamente su área de defensa», aseguró. Según el diario 'The Washington Post', aún quedarían 2.000 militares para proteger el enclave.
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Mientras las bombas y el fuego de artillería continúan en Ucrania, fuera del país las denuncias por lo ocurrido siguen adelante. Ayer le tocó el turno a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La entidad, con sede en Viena, constató «manifiestas violaciones» de derechos humanos ejercidas por las tropas rusas y se declaró «consternada» por los miles de muertos y heridos derivados del conflicto.
En respuesta, el Comité de Investigación de Rusia anunció la apertura de una investigación por las supuestas «torturas» a las que habrían sido sometidos cuatro de sus soldados por parte de las autoridades de Kiev, así como otra sobre el supuesto uso de armas químicas. El proceso se centra en «personas no identificadas» que habrían participado en el «asesinato de dos o más personas» por «motivos de odio o enemistad con especial crueldad» mientras desempeñaban sus «actividades oficiales», según el Código Penal ruso.
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