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En la imagen, Elena Marcos, junto a su perra 'Mini', acaban de regresar de Turquía tras los trabajos en rescate en la ciudad de Adiyaman. En el vídeo, el trabajo de 'Mini' de la Unidad Canina del Principado, en la búsqueda de supervivientes del terremoto de Turquía damián arienza
Terremoto de Turquía y Siria

«La vida me parece más superficial, es todo muy extraño, mi cabeza sigue allí»

Recién llegada de Turquía, Elena Marcos, de la Unidad Canina del Principado, recuerda el caos tras el terremoto: «Parecía una guerra»

Miércoles, 15 de febrero 2023

Dice Elena Marcos (Gijón, 1970) que su vida ya, posiblemente, no vuelva a ser la misma desde que partió rumbo a Turquía para participar en las labores de rescate del terremoto que ha asolado territorios turcos y sirios. «La vida me parece más superficial y solo me apetece estar y hablar con la gente con la que estuve allí». Tal intensidad, tales vivencias, se han quedado para siempre en la vida de esta asturiana que regenta la casa rural La Llosa del Valle, en Ardisana (Llanes), y que es la presidenta de la Unidad Canina de Rescate del Principado, adonde llegó hace nueve años.

Junto a su perra 'Mini', un pastor belga de 6 años, han pasado seis agotadoras jornadas. Es una sensación «un poco extraña», cuenta a su regreso, porque «mi cabeza sigue allí. Fue todo tan intenso, te metes tan de lleno en ese drama, que lo único que me parece real es aquello». De hecho, dice que «según pasan los días me va afectando más; supongo que en algún momento esto cambiará».

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Pero durante el tiempo que permaneció sobre los territorios afectados, no hubo lugar para detenerse a pensar en qué le afectaría. Junto a Miguel de Prado y su perro Chuli, estos dos voluntarios de la Unidad Canina, partieron el día 7 de febrero hacia Madrid y tomaron un vuelo hasta Estambul; desde allí fueron derivados a la ciudad Adiyaman, donde permanecieron hasta el final de sus labores de búsqueda, regresando el pasado domingo.

No hubo espacio para el desaliento porque la situación no lo permitía. «El primer día, y sin dormir tras el viaje, ya comenzamos a trabajar con grupos de bomberos. Fue el peor, acabamos agotados, no teníamos ni un sitio asignado para descansar. Luego, ya nos derivaron a campamentos». Aún le parece increíble las condiciones en las que se vivía. El frío era intenso y por las noches se llegaba a los 10 grados bajo cero. «Dejabas una botella de agua por la noche y por la mañana el líquido estaba congelado».

Dice que no le tocó sacar de entre los escombros a ninguna víctima, ni viva ni muerta, pero sí relata que Chuli, el perro de Miguel, «señalizó dos veces; no sabemos si se encontró en esos lugares a alguien porque son sitios complicados, se mete la excavadora, y tenemos que retirarnos».

En la calle

«¿La imagen más presente que tengo? El caos. Aquello parecía una guerra, más que los efectos de un terremoto», relata. Ciudades colapsadas, el intenso tráfico, «todo el mundo en la calle, en colchones, con mantas, haciendo hogueras, ruidos continuamente, ambulancias, excavadoras, es lo que te imaginas que puede parecerse a una guerra». Así que «caos» es la imagen que aún guarda más fresca.

D. Arienza
Imagen secundaria 1 - «La vida me parece más superficial, es todo muy extraño, mi cabeza sigue allí»
Imagen secundaria 2 - «La vida me parece más superficial, es todo muy extraño, mi cabeza sigue allí»

Al referirse a las sensaciones que mantiene no para de repetir su admiración por el pueblo turco. «El cariño, el agradecimiento, el respeto con el que nos trataban». Y la esperanza que en todos estos voluntarios y colaboradores que han vivido en condiciones muy duras. «Las familias te pedían que fueras a sus ruinas. Decían que escuchaban voces en determinados lugares, que había bebés, que acababan de recibir un whatsapp de alguno de los teléfonos móviles que había entre los escombros. Al principio, picabas, luego ya no. Te dabas cuenta que se aferraban a nosotros para encontrar con vida a los suyos». Sea como fuere, siempre daban las gracias.

Y las gracias, cree que es de justicia dar a tantas personas que se implicaron y les hicieron su estancia más llevadera. A Mamen Porras, «la chica de la ONG IAE que movió a más de 40 personas ella sola para llegar, trabajar y volver sin problemas»; a Mehmet Emin, encargado de la gestión de los equipos y logística en Turquía; a Paloma Rodríguez Gonzalo, de la Embajada Turquía en España, y a Numan Çizmescioglu y Yeliz Acar, de Turkish Airlines. «El trato de todos ellos no pudo ser mejor». Tres días después de la vuelta a casa 'Mini' se recuperaba del cansancio físico; Elena espera retomar su cotidianeidad.

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