Secciones
Servicios
Destacamos
MIRIAM SUÁREZ
Jueves, 1 de septiembre 2022, 01:05
El día que Mijail Gorbachov pisó Oviedo, el 10 de mayo de 1994, las mujeres de los trabajadores de Santa Bárbara clamaban en la calle por un mayor compromiso político con la empresa. Su presencia, en la plaza de la Constitución, ante el Ayuntamiento, despertó el interés del político ruso, que, durante su intervención en el Salón de Plenos, dejó caer el asunto e incluso pidió buscar soluciones.
Paradojas de la vida, ese mismo día, el último presidente de la extinta Unión Soviética recibía, en su primera y última visita a Asturias, el abucheo de un grupo de 'niños de la guerra', reacios a una reforma política que, bajo el nombre de la 'perestroika', dinamitó el viejo comunismo. El abucheo desembocó en un apretón de manos, símbolo de la reconciliación que acabó socavando el telón de acero y del carisma de un político que, cinco años antes, había sido merecedor del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
«Puede que no haya cumplido plenamente su proyecto, pero buscó la libertad y trató de llevar a la sociedad rusa a una democracia», ponía ayer en valor Antonio Trevín, a raíz del fallecimiento de Mijail Gorbachov, que moría el martes en Moscú a los 91 años. Le conoció siendo él presidente del Principado, en su visita a Asturias de mayo del 94. Recuerda que, «en nuestra conversación, defendió su 'perestroika'. Y más que él Raisa, su mujer. Ella defendía con absoluta convicción la reforma que había hecho su marido».
Noticia Relacionada
El exlíder soviético explicó en Oviedo, según la crónica publicada por EL COMERCIO, que su 'perestroika' surgió «como respuesta a los errores de la utopía comunista». Gorbachov aprovechó la ocasión, además, para dar eco a los principios ecologistas de la «Cruz Verde», la institución no gubernamental que presidía con el objeto de alertar sobre los peligros que se cernían sobre el medio ambiente. Lo que entonces se concebía como 'nuevo ecologismo' rige hoy muchas de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos europeos.
«Era una persona muy cordial, que miraba a los ojos», destacó Graciano García, director emérito vitalicio de la Fundación Príncipe de Asturias, hoy Princesa de Asturias. Gorbachov recibió el Premio de Cooperación Internacional en 1989 junto al entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, «por sus esfuerzos a lo largo de los últimos años para eliminar las barreras que dificultan el entendimiento entre las naciones». Pero no pudo asistir al acto de entrega en el Teatro Campoamor. Lo recogía meses después en El Pardo, coincidiendo con una visita oficial a España.
Noticias Relacionadas
Fue algo excepcional: «Nos trasladó que lo sentía mucho, pero que Rusia vivía una situación muy complicaba y necesitaba su atención. Por eso, no podía asistir al acto del Campoamor. Pero que tenía previsto un viaje oficial a España y que, aprovechando esa visita, le gustaría recibir el premio en persona». La Fundación accedió a tener ese gesto y, llegado el momento, Graciano García se trasladó a Madrid junto a una delegación de la que formaban parte, entre otros, el premio Nobel Severo Ochoa; el entonces presidente autonómico Pedro de Silva; el que fuera rector de la Universidad de Oviedo, Juan López-Arranz; o el jurista Rodrigo Uría.
«Se mostró muy agradecido. Solo hablaba ruso, pero se hizo entender», recuerda García. En Rusia, Gorbachov no recibirá honores. Su reforma hizo historia, pero también levantó ampollas en las filas del comunismo. Ya se veía venir el 10 de mayo del 94, durante su estancia en Asturias.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.