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AFP | P. P.
Domingo, 25 de junio 2023, 20:05
Rusia vivió un sábado frenético. El grupo de mercenarios Wagner logró tomar Rostov rápidamente y encontró poca resistencia en su camino hacia Moscú. Su líder, Yevgueni Prigozhin, parecía dispuesto a llegar a la capital de Rusia y no fue hasta que apareció el presidente ... de Bielorrusia cuando desistió de sus intenciones. Vladimir Putin acusó al jefe de los paramilitares de «traición» y amenazaba con represalias por la rebelión armada.
Pero finalmente, el Kremlin prometió dejar ir sin cargos a Prigozhin si sus hombres no seguían avanzando. Los expertos calculan que estarían a alrededor de 200 kilómetros de Moscú. Mientras, el mundo observaba con interés lo que estaba ocurriendo, principalmente Ucrania. «El liderazgo ruso no tiene control sobre nada. El hombre del Kremlin obviamente está muy asustado», dijo el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
Lo ocurrido el sábado creó confusión y debilitó la imagen del presidente ruso Vladimir Putin y de sus jefes militares. Esto podría tener un impacto, al menos psicológico, en el curso de la guerra en Ucrania, según varios analistas.
Tras el levantamiento de los Wagner se abren varias incógnitas sobre lo que ocurrirá en los próximos días: ¿dónde está Prigozhin? ¿seguirán los mercenarios luchando en Ucrania? ¿cómo afecta esto a la guerra? ¿qué imagen da Putin y cuáles son sus siguientes pasos?
Desde un punto de vista táctico, las consecuencias inmediatas de este episodio en el conflicto siguen siendo inciertas, pues Wagner ya no juega ningún verdadero papel en el escenario ucraniano, apuntó Rob Lee, del Foreign Policy Research Institute.
«Las fuerzas de Wagner fueron reemplazadas entre finales de mayo y mediados de junio en Bajmut [en el este de Ucrania, donde los mercenarios combatieron durante muchos meses], y no creo que actualmente estén en el frente», indicó el experto, recordando que «Wagner es una fuerza de asalto, no una fuerza defensiva», algo que los rusos necesitan para bloquear la contraofensiva de los ucranianos.
En cambio, la maniobra del jefe del grupo paramilitar, Yevgueni Prigozhin, «desafió directamente a la autoridad de Putin» y «muestra verdaderas fisuras» al más alto nivel del Estado ruso, consideró el domingo el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.
«Este episodio debilita la credibilidad de Putin, que se mostró en plena crisis de pánico en televisión» el sábado, subrayó William Alberque, del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS).
«Todo el mundo en Moscú se pregunta: 'si era una insurrección de 5 minutos, ¿por qué el presidente habló de guerra civil?'», señaló, agregando además que «por otro lado, si Prigozhin sigue vivo, todos los actores rusos de la seguridad se sentirán en una posición de impunidad» frente al poder.
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Óscar Beltrán de Otálora
Durante una alocada aventura de 24 horas que llevó a sus milicias a unos 200 km de Moscú, el jefe de Wagner retó directamente a la autoridad del presidente ruso, antes de dar marcha atrás, retirar a sus efectivos y que se anunciara su marcha hacia la vecina Bielorrusia.
Su columna, sin embargo, logró avanzar varios cientos de kilómetros sin grandes contratiempos, derribando a su paso media docena de helicópteros y un avión militar ruso.
Antes de su retirada, los paramilitares se apoderaron temporalmente del cuartel general del ejército ruso en Rostov (suroeste de Rusia), desde donde se coordinan las operaciones en Ucrania. Un desaire para los dos archienemigos del Prigozhin, el ministro de Defensa Serguéi Shoigu y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov, a quienes el jefe de Wagner acusa de haber abandonado a sus combatientes en el frente ucraniano.
El sábado, la confusión reinante en territorio ruso fue calificada por el gobierno ucraniano de «ventana de oportunidad», pues sus tropas están involucradas en una ofensiva para desalojar a las fuerzas rusas que ocupan parte del sur y del este del país.
Moscú, en tanto, advirtió que la rebelión abortada de Wagner no afectaría «en ningún caso» a sus operaciones en Ucrania. El sábado, cinco personas murieron en Kiev, según el alcalde de la ciudad, a causa de bombardeos rusos.
Y el domingo, Rusia afirmó que había repelido varios asaltos ucranianos. Pero, según expertos, es muy probable que la sublevación haya asestado un golpe a la moral de las tropas rusas desplegadas en Ucrania.
«La ira contra los dirigentes rusos no es patrimonio exclusivo de Wagner, la rabia de Prigozhin contra la élite podría propagarse por el ejército ruso», apuntó en la revista Foreign Policy Lucian Kim, del centro de reflexión estadounidense Wilson.
Por su parte, Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES), estimó que es «seguro» que la rebelión haya afectado «a la moral rusa». «Del lado ucraniano, quizá hubiera una oportunidad para avanzar en el frente, o en cualquier caso, ganar posiciones», añadió.
Esta es una de las mayores incógnitas. El Kremlin se tomó el levantamiento como una «traición» y Putin llegó a alertar de una posible «guerra civil».
Razoux considera que «también habrá que garantizar la seguridad en la frontera bielorrusa, porque no están a salvo de un golpe a traición. Si 15.000 hombres de Wagner llegan desde Bielourrusia, pueden causar daños. Quizá sea eso lo que Prigozhin negoció con Putin».
El experto no es el único que teme esta posibilidad. El presidente de Lituania ha pedido este mismo domingo a la OTAN que refuerce su franco este si se confirma que el destino de Prigozhin es Bielorrusia.
Prigozhin ha abandonado el cuartel militar de Rostov y no se le ha vuelto a ver desde entonces. Su actual paradero es una incógnita.
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