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Poner en servicio el antiguo túnel de Aboño no será tarea fácil. Lleva cerrado al tráfico desde las 20 horas del 17 de diciembre de 2012 para realizar «labores de mantenimiento y vigilancia», según informó entonces la Dirección de Seguridad de la Autoridad Portuaria de Gijón al Ayuntamiento de Candás, quedando a partir de entonces solo operativo el de uso exclusivo portuario que data de 2006. Desde entonces nada ha cambiado, a pesar de que en 2014 se presentó un proyecto de reforma integral de la instalación que cifraba en cuatro millones de euros su coste total. Hoy será, sin duda, mucho más elevada la inversión que haya que asumir para hacer esta obra.
Uno de los principales problemas –dejando de lado los desprendimientos y filtraciones que motivaron su cierre y el deterioro que se haya podido añadir desde entonces– es que se trata de un túnel que no fue concebido para el tráfico de vehículos y mucho menos de camiones. Data de 1906 y fue construido para dar servicio al ferrocarril que unía el puerto con Aboño y Carreño. Estuvo en servicio hasta 1964, cuando la entonces Junta de Obras del Puerto desmanteló el trazado y dejó abandonada la instalación. Pero dado que acortaba mucho el trayecto hasta las instalaciones portuarias, en 1967 comenzó a ser utilizado por los camiones de las canteras de Carreño que llevaban el material a El Musel. Los responsables portuarios decidieron acometer su mejora en 1972, lo que se culminó a mediados de 1973.
Para aprovechar todo el potencial que suponía este túnel para el puerto, el Ministerio de Obras Públicas abrió en 1978 una carretera que conectaba el túnel con la antigua carretera Avilés-Gijón, actual GJ-10. Esto permitió dar servicio también al parque de carbones, la térmica de Aboño, la cementera de Tudela Veguín y ArcelorMittal. Pero lo cierto es que no cumple ninguna de las normas de seguridad establecidas por la legislación actual.
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En 2014 se encargó un estudio para acometer la reforma integral del túnel, que tiene 9,35 metros de ancho y 4,90 de alto. Se pretendía elevar el gálibo máximo a 5,8 metros, más otros dos para el sistema de ventilación, y once metros de ancho. Entre las actuaciones necesarias se incluía dotar al túnel de iluminación normal, de seguridad y de emergencia, así como de detección y protección de incendios, salidas de emergencia con su señalización, ventilación y extracción de humos, generadores de emergencia, centro de control, circuito cerrado de televisión, megafonía, paneles de señalización, barreras y semáforos. La ejecución se calculaba en 2,8 millones, de los que la obra civil eran 2,28 y el resto, equipamiento. Añadiendo los gastos generales, beneficio industrial e IVA, se elevaba el presupuesto a 4.042.601 euros.
Si finalmente la opción para dotar de un nuevo acceso a El Musel pasa por aprovechar el valle de Aboño y recuperar el viejo túnel, la rehabilitación de esta infraestructura costará mucho más que hace diez años, aunque las cantidades queden diluidas en el conjunto de un proyecto más ambicioso. Se dará por bien empleado si sirve para asumir el actual tráfico de camiones por La Calzada.
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