Globos colocados en la calle Dos de Mayo en memoria de Thiago. Abajo, una imagen del pequeño. M. M.

«Queremos recordar a Thiago con una sonrisa»

La familia del niño de tres años fallecido la Nochevieja pasada al atragantarse con una uva, le homenajea con globos y mensajes

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Jueves, 26 de diciembre 2019, 01:21

«Queremos recordar a Thiago de forma positiva y con una sonrisa, la que él tenía siempre en la cara». Viviana Bustos, la madre del pequeño de tres años fallecido la pasada Nochevieja tras atragantarse con una uva, quiso hacer de la reunión familiar de Nochebuena un homenaje al niño ... , un tributo a una vida truncada de forma prematura por un infortunio. «Era la alegría personificada, no se merece que lo recordemos con tristeza, aunque nos cueste mucho tirar hacia adelante...», dice su progenitora.

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Formando una piña y unidos por un mismo sentimiento, lanzaron globos de helio al cielo y colocaron otros con mensajes cariñosos en un semáforo de la calle Dos de Mayo, muy cerca de la casa familiar, justo en el lugar en el que intentaron desesperadamente reanimarle los agentes de la Policía Local y los sanitarios cuando apenas se había iniciado el 2019.

Casi un año después, como manera de tenerle presente en una fiesta en la que el pequeño «siempre disfrutaba muchísimo», su madre, su hermano mayor, su abuela, tíos y el resto de familiares recordaron anécdotas del niño, que con solo tres años ha dejado una lección de vida para todos quienes le rodeaban. «Le encantaban las reuniones familiares, disfrutaba muchísimo, bailaba, siempre tenía alguna broma, algún juego, siempre con esa sonrisa en la cara... queremos recordarle así, disfrutando entre nosotros», explica su madre.

Por eso, «aunque todos los días esté presente, a todas horas», en las fechas señaladas con las Navidades quisieron rendirle tributo de forma especial. «Aunque cueste tirar hacia adelante, hay que hacerlo, por mi otro hijo, por mi madre y sobre todo por Thiago, que no querría vernos tristes», considera Viviana Bustos, natural de Ecuador y quien justo un año antes de que la fatalidad se cruzase en su familia había conseguido la ansiada reagrupación familiar al poder traer a su hijo pequeño a Gijón. Thiago nació en Quito y allí vivió sus dos primeros años a cargo de unos familiares, hasta que su madre consiguió ahorrar y traerlo a Asturias, donde ella ya tenía fijada la residencia desde hacía años.

La tragedia le golpeó de lleno en otra celebración familiar, en la de Nochevieja. Se habían reunido en su casa para recibir el año nuevo. Durante las campanadas Thiago se atragantó con una uva, una fruta que ya había comido en otras muchas ocasiones sin problema alguno. Al ver lo que ocurría, intentaron meterle los dedos en la garganta para extraerle el cuerpo extraño que le estaba asfixiando. No lo consiguieron. Pusieron al niño boca abajo, trataron a la desesperada de desobstaculizar las vías respiratorias... Con el pequeño cuerpo inerte en brazos salieron a la calle, pidiendo auxilio a la desesperada. Dos vecinos trataron en vano de ayudarles hasta la llegada de las primeras patrullas de la Policía Local.

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Fueron esos agentes los que primero le practicaron las labores de reanimación cardiopulmonar. Lo intentaron hasta la llegada de los técnicos del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU). Murió en el trayecto hasta el Hospital de Jove, para desolación no solo de sus familiares, si no de los efectivos de emergencias que intervinieron en el fatal suceso y no dudaron en calificarla como la experiencia más dura de toda su trayectoria profesional.

Sus compañeros y profesores del colegio de La Atalía lo recuerdan también con un inmenso cariño. «Era un niño muy alegre, muy agradecido, siempre estaba contento y nunca dio ni un solo problema», lo definían sus profesores.

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