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Ese pequeño instante que separa la vida de la muerte, la fiesta de la tragedia y la presencia física del recuerdo eterno. Para Viviana Bustos el cambio de año, ese intervalo que para el resto de gijoneses fue una celebración, se convirtió en el ... momento más agónico de su vida. Dejó atrás su Ecuador natal con solo 21 años, y ahora, 18 después, cuando por fin la vida le sonreía, el destino le ha dado un mazazo muy difícil de superar. Sin embargo, intenta sacar fuerzas para agradecer a todas aquellas personas que intentaron por todos los medios salvarle la vida a su pequeño hijo de tres años. «Solo tengo palabras de agradecimiento para los que hicieron lo imposible por salvar a Thiago, les estaré eternamente agradecida aunque no se haya podido hacer nada para que él esté aquí», acierta a decir, abrazada a las cenizas del niño.
Su gratitud va para la mujer que les auxilió en la calle en su desesperado intento de buscar ayuda cuando vieron que los familiares del pequeño no podían extraerle la uva que le obstruía las vías respiratorias, para los agentes de la Policía Local que acudieron de inmediato a la llamada y trasladaron al niño en su propio vehículo hasta el Hospital de Jove y a los facultativos sanitarios que durante más de una hora le practicaron las maniobras de reanimación. Pese a que lograron liberarle el esófago, no consiguieron sacarle de la parada cardiorespiratoria. Había permanecido muchos minutos sin oxígeno.
El fatídico suceso tuvo lugar en la calle de la Independencia, en el barrio de El Natahoyo, donde el menor residía con su madre, su hermano de 15 años y su abuela. Junto con otros familiares celebraban la Nochevieja con un asado en el patio trasero de la casa, de una única planta y en la que viven en régimen de alquiler. Después de cenar, se dispusieron a tomar las uvas para dar la bienvenida a un nuevo año que prometía. «Le pusimos cuatro en un platito, era una fruta que conocía, ya la había comido sin ningún problema», explicó su madre después. Pero la premura con la que vio a su familia cumplir con la tradición, hizo que no masticase las uvas y las tragase enteras. Fue nefasto. Cuando sus acompañantes se dieron cuenta, el menor se estaba ahogando. Intentaron en vano sacarle la uva con las manos, pero no pudieron. Llamaron al 112 y mientras llegaban los servicios de emergencia salieron corriendo a la calle en un intento desesperado de buscar ayuda. La primera en intentar auxiliarlos fue una mujer a la que se encontraron en la avenida del Mar. Le practicó las labores de reanimación. El niño ya estaba inconsciente. A los pocos minutos llegaron al lugar dos patrullas de la Policía Local. Decidieron llevarlo de forma inmediata al Hospital de Jove para ganar tiempo antes de que llegase la ambulancia. Todos los intentos fueron pocos. Los médicos le dieron sobre la 1 de la madrugada la fatal noticia de la madre: Thiago había muerto.
Según ha podido saber EL COMERCIO, la autopsia determinó que el fallecimiento se produjo por asfixia mecánica por elemento extraño en las vías respiratorias superiores. Una uva pequeña le bloqueó el esófago.
El cadáver del pequeño fue incinerado en la tarde de ayer en el tanatorio de Cabueñes. Durante toda la mañana sus allegados velaron sus restos mortales en el tanatorio de Jove, a donde fue trasladado una vez practicada la autopsia en el Instituto de Medicina Legal.
Para ayudar a la familia, la Asociación de Ecuatorianos Abdon Calderón de Gijón ha iniciado una colecta con el objetivo de cubrir los gastos del tanatorio y la incineración. «Poco alivio puede sentir la madre en momentos tan difíciles, pero queremos ayudarla en los gastos de la incineración, somos una comunidad amplia en Gijón y queremos que sepa que estamos con ella», apunta Ivón Silva Corder, presidenta de la asociación.
Los compatriotas de Viviana Bustos no han querido dejar sola a esta mujer que lleva 18 años en España y trabaja como limpiadora en pisos y oficinas. «Somos gente humilde y tenemos que ayudarnos unos a otros, aunque poco consuelo haya con esta tragedia tan grande, por lo menos que el dinero no sea una preocupación añadida, porque bastante tienen ya», añade.
El colectivo hace extensible la colaboración a «todo aquel ciudadano que quiera aportar su granito de arena en estos momentos tan difíciles». Para ello, facilitan el número de teléfono 603672092 y el correo electrónico abdoncalderongijon@hotmail.com. Los gastos del velatorio y de la incineración del cadáver podrían superar los 2.000 euros, una cantidad que para Viviana supone más de tres meses de trabajo.
Desde que la tragedia golpease con fuerza a esta familia, la comunidad ecuatoriana no les han dejado solos ni un solo momento. «Queremos que sientan en calor y que sepan no están solos, que a pesar de estar tan lejos de nuestro país, se sientan acompañados», comentaba un amigo del tío del pequeño.
El funeral por el pequeño se celebrará hoy a las 17.30 horas en la iglesia de San Esteban del Mar, en El Natahoyo, el barrio donde la familia reside en una humilde vivienda de la calle Independencia. «Son gente muy apreciada en el barrio, muy trabajadora y que jamás ha dado un problema», explicaba una vecina, conmocionada por lo ocurrido. A la última despedida de Thiago se espera que acudan sus profesores del colegio la Atalía y los padres de sus compañeros de centro, donde recuerdan al niño de tres años como «alegre, siempre contento y con una sonrisa en la cara».
El niño nació en Quito, Ecuador, y vivió allí durante un año con unos familiares. Fue en 2016 cuando su madre pudo ahorrar el dinero suficiente para traerlo a España.El pequeño se adaptó a la perfección a la vida en El Natahoyo, a la guardería Hipo a la que acudió durante más de un año y al colegio la Atalía, donde lo recordarán como uno de sus alumnos más cariñosos.
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