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GUILLERMO MAESE y PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Jueves, 6 de febrero 2020, 01:10
La Policía Nacional detuvo ayer en Gijón, pasadas las seis de la tarde, a José Manuel Sánchez Merino, de 47 años, como presunto autor del crimen de Lorena Dacuña. Se trata de su exnovio, con quien había mantenido una relación de ... ocho años. El hombre, que se encontraba en paradero desconocido desde el pasado domingo, fue visto en un bar de la avenida Pablo Iglesias. Inmediatamente, nada más recibir el aviso, un importante número de agentes se desplazaron a la zona. Una vez pudieron comprobar que se trataba del sospechoso, los policías realizaron un seguimiento que finalizó en el portal del edificio donde José Manuel Sánchez Merino había alquilado una habitación a modo de escondite. Una vez detenido, el presunto autor del crimen fue trasladado a dependencias policiales. Su testimonio será ahora clave a la hora de clarificar los detalles de lo ocurrido.
Desde que el lunes apareciese el cuerpo sin vida de Lorena Dacuña, hallado en su propio domicilio con dos profundo cortes de arma blanca en la zona abdominal, todas las miradas se dirigieron hacia el camarero, quien en los últimos días no había dejado de acosar y amenazar a la víctima. José Manuel Sánchez Merino pasó así al primer plano como presunto autor del crimen. Tras conocer que llevaba varios días sin acudir a su puesto de trabajo en una sidrería y no lograr localizarlo en su piso del centro, la Policía Nacional puso en marcha un extenso dispositivo del que participaron todos y cada uno de los efectivos disponibles en Comisaría. La Unidad de Familia y Mujer (UFAM), encargada de la investigación junto con la Policía Judicial y el apoyo del resto de brigadas, diseñó una operación que fue poco a poco estrechando el cerco sobre el sospechoso, del que tampoco se descartaba que hubiese emprendido la huida fuera de Asturias.
Numerosos policías vestidos de paisano recorrieron cada una de las zonas que solía frecuentar el presunto asesino, se establecieron exhaustivos controles en las principales salidas de la ciudad y se llevaron a cabo numerosas comprobaciones con el entorno de la víctima. La jaula diseñada por la Policía surtió efecto en poco más de 48 horas.
Una de las primeras personas en enterarse de la detención fue Francisco Dacuña, el hermano de la víctima. En torno a las 21 horas, la Policía Nacional se puso en contacto con él para comunicarle el arresto de quien los investigadores consideran como el principal sospechoso del asesinato de Lorena. Que el caso aún se mantenga bajo secreto de sumario ha supuesto que en la comunicación no se le hayan dado más detalles del operativo. «Es una pequeña alegría para terminar el día», aseguró a EL COMERCIO. Si por la mañana en el funeral de su hermana dijo que tenía «plena confianza» en el trabajo de los investigadores tras la detención se mostró muy agradecido por «la cercanía y dedicación» de todos los agentes que han trabajado y trabajan para clarificar las circunstancias de lo ocurrido. «Celebro que haya justicia, pero también que no pueda matar a nadie más», afirmó.
El cuerpo sin vida de Lorena Dacuña, de 41 años, apareció encharcado en sangre sobre la cama de una de las habitaciones de su domicilio de la calle Callao, en La Calzada. Su cuñada y dos amigos, los primeros en entrar el piso tras el crimen, se encontraron el cadáver en posición fetal, totalmente vestido y con dos profundos cortes de arma blanca en la zona abdominal. La puerta del piso no estaba forzada y tampoco se apreciaban signos de pelea en su interior. Esto, sumado a la información proporcionada por las amigas y los familiares de la víctima, hace pensar a los investigadores de la Policía que el presunto asesino se encontraba en el interior del piso cuando Lorena llegó tras una noche de fiesta.
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José Manuel S. M., principal sospechoso del crimen, llevaba casi dos meses viviendo por su cuenta en un piso del centro que compartía con otro hombre. Tras dar por finalizada la relación, Lorena le había dejado quedarse en su casa, la misma en la que tuvo lugar el crimen, hasta que encontrase otro sitio al que mudarse. Esa convivencia, con la pareja ya disuelta, apenas duró una semana, dinamitada por los celos que él sentía sobre cada uno de los movimientos de la que había sido su compañera durante ocho años. La paciencia de Lorena aguantó hasta que un día, tras volver del trabajo, se encontró con que su expareja le había cortado con una tijera todas sus piezas de ropa interior, sus bañadores y un vestido negro que se había puesto la noche anterior y que el sospechoso consideraba «demasiado corto».
Lorena, discusión mediante, decidió entonces echarlo de forma definitiva del piso. Le pidió que le devolviera su juego de llaves y, aunque su familia afirma que se llegó a producir alguna visita más, José Manuel S. M. no volvió a vivir en ese domicilio. Sin embargo, pese a que las llaves que en su momento le pertenecieron pasaron a manos del hermano de Lorena, fuentes cercanas a la investigación no descartan que el sospechoso hubiera realizado una copia, la misma que podría haber utilizado durante la noche del sábado para acceder a la vivienda y esperar allí a la víctima.
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