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Desde que dejara la primera línea política, tanto a nivel institucional como de partido, Fernando Couto (Gijón –«nací en Cabueñes y soy del barrio ... de La Arena»–, 1974) se ha dedicado a sus dos grandes prioridades: la familia y la empresa. Por ese orden. Aunque eso no le ha impedido seguir pendiente, ya como ciudadano de a pie, de todo lo que está pasando en su ciudad y en su región. Cinco años después rompe su silencio con EL COMERCIO y no deja tema por tocar.
–¿Qué es de Fernando Couto?
–Soy un gijonés más con sus problemas, dificultades, trabajando en la empresa familiar y sacando las cosas adelante como el resto de los ciudadanos que no tienen una actividad pública.
–De empresario a político y de político a empresario. ¿Qué lado prefiere?
–Nunca he dejado de ser empresario. Me siento más empresario que político.
–¿Y cómo va Couto Industrial? Acaba de incorporarse como empresa singular de Fade.
–Progresa bien, correctamente. Trabajamos mucho fuera de Asturias y de España. Las renovables son un sector de crecimiento. Satisfecho.
–¿Cómo ve la situación empresarial de la región?
–Se compite en un contexto internacional y tengo la sensación de que, aunque la situación no es mala, sí que hay otras autonomías con un empuje superior como Galicia, País Vasco o Madrid.
–¿Cuáles son los grandes hándicaps del empresariado asturiano?
–En Asturias no acaba de calar la figura del emprendimiento. Aunque se están haciendo esfuerzos, estamos en una región con una historia vinculada a lo público, de lo que aún hay una dependencia importante. Si a eso se suma el lastre burocrático y que la carga fiscal, nos guste o no, es superior al resto, hace que tengamos una desventaja frente a otros territorios.
–¿A usted también le cuesta encontrar mano de obra?
–Cuesta porque en el sector industrial de renovables hay mucha demanda. Hay más problemas en la parte de taller.
–¿Por qué?
–Porque hay más jóvenes que se orientan a la Universidad que a la FP y hay déficit de mano de obra. La FP dual es una solución pero no sé por qué no acaba de arrancar. Va lenta. Tiene que haber más volumen de jóvenes incorporados a esa formación dual.
–Hablemos de Gijón. Ha estado desaparecido, pero le hemos visto en actos de campaña de Foro y alguno más reciente. Carmen Moriyón siempre tiene palabras de elogio hacia su persona y hacia su papel anterior. Pregunta obligada: ¿No le apetece volver?
–Es una pregunta que también me hago yo. Pero tienen que darse circunstancias personales y profesionales que permitan desarrollar la actividad con energía y tiempo, y ahora mismo no las tengo.
–Bueno, no me da un 'no' radical.
–El futuro no está escrito.
–¿Le gustaría ser alcalde de Gijón?
–Siendo gijonés, ¿a quién no le gustaría?. Pero ya cumplí mi cuota en el Ayuntamiento durante ocho años y hay formas de ayudar desde mucho ámbitos. No necesariamente volviendo a él. O sí. No me cierro ninguna puerta porque la vida me enseñó que de un día para otro las cosas cambian. En el futuro inmediato no hay tiempo. Estoy centrado en la empresa y no se dan las circunstancias para volver. Pero ya veremos.
–Inmediato no, pero de aquí a cuatro años...
–No, hay Carmen y Chus (Jesús Martínez Salvador) para rato.
–¿Cómo ve a Foro? ¿Es un partido más municipal que regional?
–En los últimos 12 años ha sido el partido de Gijón, está claro, gobernando ocho de ellos. Estoy convencido de que Asturias necesita un partido que defienda la unidad de España, pero que tenga clave regional y que esté en Madrid con fuerza, con un peso específico. Eso hace que el Principado avance. Recuerdo cuando estaba en el Ayuntamiento que el presupuesto del Estado dependía de Foro y el ministro De la Serna se ponía al teléfono. Fue cuando realmente avanzó el plan de vías. En el momento en el que pierdes peso en Madrid, la realidad es que la política nacional va por los derroteros que va.
–¿Y ese partido será Foro?
–Sin duda. Tiene que trabajar para ello, hacer las cosas seriamente, que el mensaje cale y que la sociedad asturiana, especialmente de centro-derecha conservador, vea que hay gente seria que puede estar en Madrid defendiéndola y defendiendo Asturias sin enfrentamientos, sin nacionalismos.
–Lo tiene difícil si miramos ahora mismo a una Junta General con un único diputado regional.
–En Gijón estuvieron con tres concejales en el último mandato, haciendo una oposición seria y haciendo las cosas de manera consecuente y ordenada. La política es muy rápida y en un año todo cambia. Si funcionas bien recibes la confianza de la gente.
–¿Y cómo vería una fusión Foro-PP como se plantea en algunos círculos?
–(Rotundo) A mí nadie me lo ha dicho.
–¿Cuál es el secreto de Carmen Moriyón para tener ese grado de aceptación como alcaldesa de Gijón?
–Es una gijonesa por los cuatro costados. Vive por y para Gijón. Con una trayectoria profesional en Cabueñes excelente y que está haciendo historia. Es la única persona que asumió la Alcaldía en dos etapas diferentes y eso no lo puede decir cualquiera. No quiero criticar al PSOE, porque con Tini especialmente, y también con Paz, Gijón avanzó y se hicieron cosas buenas, pero lo que pasó en la ciudad en los últimos cuatro años hizo que mucha gente repensara su postura. La figura de Carmen hizo que en Gijón volviera la convivencia. Yo no recuerdo ninguna etapa, ni socialista ni de Foro, con prohibiciones. Y en el último mandato las hubo.
–Cinco años más tarde, ¿cómo ve haber gobernado con Xixón Sí Puede (Podemos)?
–Con XSP y con el apoyo del PP e IU. El Plan General de Ordenación lo aprobamos con el apoyo de todos, menos del PSOE.
–Pero el mayoritario era XSP.
Porque tenían seis concejales, y ocho y seis dan 14. Pero desde el punto de vista político eso llamaba la atención. Mario Suárez del Fueyo y David Alonso son gente que conmigo trabajaron con mucha seriedad. Siempre hablaron de Gijón y nunca vinieron con cuestiones que no fueran para mejorar la calidad de vida de los gijoneses. Tengo muy buen recuerdo de su trabajo.
–Hablaba antes del plan urbanístico, ya conocido como 'plan Couto'. ¿Satisfecho?
–Gijón necesitaba un plan general y no seguir con uno de hace 30 años. Estoy satisfecho, sí, porque se trabajó mucho y aunque ahora sea el 'plan Couto', lo aprobaron cinco grupos municipales. Y eso hace que se haya blindado política y jurídicamente.
–¿Qué es más difícil de hacer, que los funcionarios ejecuten sus órdenes o que las empresas que ganan los concursos hagan las obras en tiempo y forma?
–La Administración tiene un problema de burocracia que está relacionado con el mundo de los funcionarios, lo que provoca demoras a la hora de licitar y ejecutar. En general, las empresas cumplen y se avanza. La burocracia existe y es un problema importante. Si hablamos del plan de vías, que seguro que me va a preguntar por él, me anticipo. El problema del plan de vías trasciende lo político. Yo estoy convencido de que viene de los funcionarios que están en Madrid, que no tienen interés por que salga adelante. Y esa es una de las claves del fracaso. En Madrid hay proyectos de tres meses que tardan dos años. Al final, voluntad política de que el plan de vías salga adelante la hay, pero no sale porque quienes tienen que hacerlo, y hablo en clave de funcionarios, no lo empujan.
–Ya que habla del plan de vías. ¿Qué le parece el nuevo enfoque, con más zona verde y menos pisos?
–Del plan de vías en clave ferroviaria empiezo a ser muy escéptico. El Ayuntamiento y el Principado pueden empujar, pero si en Madrid no hay voluntad...
–Vamos, que me está diciendo que no veremos nunca ni metrotrén, ni estaciones, ni trenes...
–¿Por qué si desde Viesques hasta Cabueñes depende exclusivamente del ministerio no se está haciendo? Eso no es el plan de vías. Es voluntad del ministerio, de este y del anterior. Y no se está haciendo. Respecto al plan de vías, solo sé que cuando salimos en el 19 en el Ayuntamiento quedó el PGO aprobado y el plan de vías en el BOE publicado con una inversión de 800 millones de euros. Cinco años después no se ha movido un papel. Empiezo a ser escéptico. Y que el solarón quede como zona verde, lo veo bien, porque la urbanización estaba vinculada a unas plusvalías que garantizaban un soterramiento como puede ser el que se está haciendo en Bilbao. Y ni soterramiento, ni centralidad. Igual que el puerto le debe a Gijón en Naval, Fomento le debe a Gijón en el plan de vías y una forma de compensarlo es con la zona verde en el solarón.
–Me está diciendo entonces que no hacen falta las plusvalías.
–Para hacer una estación en El Natahoyo en superficie, sin soterramiento y sin centralidad, que es un plan de vías 'low cost', evidentemente no.
–¿Con qué actuación se queda del 'plan Couto'?
–Me quedo con la seguridad jurídica que hace que si uno va por Gijón estos años ve que la ciudad se está compactando, se van rellenando espacios, se va haciendo ciudad. También me quedo con la protección de la zona rural de urbanizables.
–¿Y qué me dice de Naval Gijón? En una entrevista en 2016 en EL COMERCIO decía que iba a desplazar el centro hacia el Oeste.
–Con David Alonso y Aurelio Martín dedicamos muchas horas a ese proyecto. Pero es una parte más de la economía de la ciudad futura y le queda lo más importante que es que la iniciativa privada invierta en esos terrenos, además de que el Ayuntamiento, cuando sean suyos, los regenere.
–¿Lo ve como un proyecto transformador de ciudad?
–Gijón está en un momento clave en el que tiene que decidir qué quiere ser en los próximos años. Y será la suma de muchas cosas: iniciativas industriales, tecnológicas, la economía azul, de ocio, de restauración, culturales, deportivas, sanitarias... Y la suma de todas ellas hará que la ciudad cambie. No habrá una idea única o un sector único que haga que Gijón se transforme. Tiene que ser un sumatorio. Y el proyecto de Naval Gijón es uno más. Por sí mismo solo, no; en el conjunto, sí. Pero estamos en una ciudad donde el Hospital de Cabueñes tiene récord de lista de espera y hay gente que se manifiesta porque viene un hospital privado. Tenemos que pensar qué Gijón queremos.
–El parque científico sigue esperando por una ampliación.
–Va siendo hora de que se haga, pero aún quedan parcelas por vender en el parque actual. Gijón tiene que captar la iniciativa privada. No puede ser que siga habiendo una dependencia tan importante de lo público, entre otras cosas porque si no hay iniciativa privada no hay quien cotice y pague impuestos y no hay servicios públicos de calidad. No conozco otro camino que ese círculo virtuoso. Yo defiendo mucho a la empresa. Viajo mucho a Bilbao y Málaga, pero cada vez que vengo de allí lo hago con un alto nivel de frustración, porque esas ciudades se han transformado y son un espectáculo. Están a la vanguardia y tienen que ser un referente para nosotros.
–La Zalia sigue siendo un erial...
–Cuando estuve en el Ayuntamiento hubo interés de empresas locales por estar allí, algunas de ellas con ofertas firmes. Y el problema era algo tan básico como que no había luz. Lo dejé en el 19 y me consta que a día de hoy sigue sin haber luz. A partir de ahí se me escapa lo que ocurre.
–Vayamos a El Musel. ¿Cómo ve los proyectos en el puerto, con los eólicos de Zima o Duro, y el de de Umicore?
–El de Umicore, fantástico. En el caso de los eólicos, también... si se hacen. Esperemos que se hagan antes de que acabe la necesidad de hacer torres eólicas. En el puerto de Bilbao llevan 10 años y van por la segunda ampliación y en El Musel seguimos dando vueltas a ver si se instalan.
–Ería del Piles. ¿Qué pasa con ese proyecto? ¿Está gafado?
–Desde 2008 hasta ahora tuvo vaivenes urbanísticos y no había seguridad jurídica ni una tramitación para hacer nada. Ahora la tiene y eso no puede seguir. O bien el empresario desarrolla el proyecto o bien el Ayuntamiento desarrolla medidas y está encima de ello. La mejor zona de Gijón desde el punto de vista turístico no puede estar en ese estado ni un minuto más.
–¿Qué me dice del Muro? ¿Se levantará la avenida para una obra para la que no hay unanimidad?
–Si se quiere sacar el tráfico del Muro, hay que soterrar. Esa decisión compete al Ayuntamiento actual...
–...que apuesta por ello. ¿Lo comparte?
–Sí, la comparto. ¿Por qué se puede en Santander o Vigo y aquí no?
–Dígamelo usted.
–¿Por qué no hay grandes proyectos en Gijón? Ha salido mal la estación, el metrotrén... ha calado en la mentalidad de los gijoneses que la ciudad no puede abordar grandes proyectos. La ciudad está parada. Y esa mentalidad del no a todo, sea público o privado, me preocupa. Ahora hay un Ayuntamiento nuevo y me consta que Carmen y Chus están haciendo esfuerzos.
–¿Habrá nuevo Molinón? ¿Cuál debe ser el tope de millones para plantear la reforma?
–Hay varias cuestiones. ¿Queremos hacer un estadio que cumpla con la FIFA? Sí, y se puede plantear una reforma cuando corresponda, y no hablo del Mundial, y ver desde el Ayuntamiento, que es el propietario, cómo abordarlo. Ya hubo dos reformas del estadio, la última en 2012. ¿Por qué no una tercera? Si vamos al tema del Molinón ligado al Mundial, soy más escéptico porque me da que es un proyecto que no tiene soporte económico o no se conoce, y de exigencias elevadas. Se agota el tiempo y no aparece el planteamiento económico de quien lo propone.
–¿Con el Grupo y las piraguas del Piles se fue demasiado lejos?
–Soy grupista, mi tío es el socio número 1, mi padrino es campeón del Sella con mi abuelo. Sí, se fue de las manos. Pero hay que quedarse con el final: hubo acuerdo y se retiraron los recursos.
–Hablando del Grupo, está en pleno proceso electoral. Hay tres candidatos. ¿Alguna preferencia?
–Tengo una amistad y la mejor de las consideraciones por Luis Mitre y Pedro García. Y sin participar en ningún cargo, apoyo esa opción.
–Para ser un gijonés más, le veo muy puesto en todo. Voy a volver a hacerle una pregunta. ¿No le apetece volver?
–No puedo ni debo en estos momentos. Ya se verá en el futuro.
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