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OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Lunes, 20 de enero 2020, 01:03
Pese a que limpiaron en profundidad la vivienda de Nuevo Roces en la que tuvo lugar el crimen del recién nacido el pasado mes de agosto, los análisis realizados por la Policía Nacional un mes y medio después revelaron grandes cantidades de sangre en el suelo, las paredes, el baño, una de las habitaciones y la terraza. Era sangre de la madre, Silvia A. M., y también del bebé, asesinado a puñaladas nada más nacer.
Fue el padre del niño el que limpió el piso minuciosamente, tal y como declaró ante la jueza. Creyó, según él, que la sangre procedía de un pequeño quiste ovárico que padeció su compañera sentimental, no de un reciente parto que se habría producido apenas tres horas antes de que él, supuestamente, llegase de trabajar. Sin embargo, la dantesca escena del estado del piso no fue motivo para que el joven llamase a una ambulancia o llevase a su novia al hospital. Le compró unas compresas en la farmacia y procedió a limpiar el colchón con una manguera en la terraza.
Al día siguiente, según su versión, se enteró por los vecinos de que había aparecido un bebé cosido a puñaladas dentro del contenedor situado justo frente a su edificio. No creyó que tuviese nada que ver con la sangre de su piso, un extremo difícil de creer tanto para los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) como para la magistrada que instruye el procedimiento judicial. Acaba de decretar la complejidad de la causa, por lo que la fase de la investigación se prolonga otros doce meses más. Los trabajos se centran ahora en determinar la participación del padre del bebé asesinado, quien permanece en libertad con cargos con la obligación de comparecer cada dos semanas en el juzgado.
Su compañera sentimental, con la que mantuvo una relación estable en los últimos ocho años, se encuentra en prisión provisional en el centro penitenciario de Asturias. Apenas se relaciona con el resto de internas del módulo de mujeres y casi no se comunica con el exterior, con la única excepción de las visitas que ha recibido de sus padres y la de su abogado. Su novio dio por zanjada la relación desde el mismo momento en el que salieron del juzgado tras ser detenidos el 21 de septiembre.
En la primera declaración, Silvia A. M. exculpó de toda responsabilidad a su pareja. Aseguró que había tenido al hijo en su habitación cuando él estaba trabajando y que ella misma lo tiró al contenedor. Fue luego, pasados los días, cuando pidió de forma voluntaria volver a sentarse ante la jueza y lo hizo para modificar su versión. Manifestó entonces que su novio sabía que había dado a luz a un bebé y que él mismo se lo había llevado vivo de casa con la intención de entregarlo en un centro de salud.
Durante todas sus comparecencias él mantuvo la misma explicación sobre lo ocurrido y afirmó que desconocía que su novia estuviese embarazada y, por tanto, que hubiera alumbrado a un bebé. A los tres días del crimen ambos se fueron de vacaciones a Alicante. Ninguno de los dos comentó a los amigos con los que estuvieron que la chica acababa de tener un supuesto problema médico por un quiste debido al cual había sangrado abundantemente.
Lo que sí comentaron ambos con sus vecinos y con sus familiares fue el macabro hallazgo que tuvo lugar en el contenedor del piso en el que residían. «Ella participó en varias conversaciones en el portal con otras personas, haciendo conjeturas sobre los padres del bebé asesinado», dijeron sus vecinos.
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