![«Mi hijo llegó a empeñar las joyas familiares dos veces para apostar»](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/01/28/91189149--1200x840.jpg)
![«Mi hijo llegó a empeñar las joyas familiares dos veces para apostar»](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/01/28/91189149--1200x840.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
María echó en falta en casa una bicicleta. A los pocos días, un patinete y a la semana, el teclado del ordenador que utilizaba su hijo y unas joyas familiares. «Se me vino el mundo encima», dice esta gijonesa que cuenta su historia y también la de cientos de familiares que se enfrentan a un problema que aumenta de forma exponencial año a año: la adicción a las apuestas 'online' de los más jóvenes. «La ludopatía arrasa con todo, con la persona afectada y también con todo lo que tiene alrededor», resume esta madre que tiene la ventaja de que en su caso «fue el propio crío quien pidió ayuda al verse desbordado y es consciente de que tiene una enfermedad mental de la que va a tardar en curar». «Porque lo que hay que dejar claro es que no son delincuentes, son enfermos», abunda. El joven va a terapia, pero también sus familiares. «Es un proceso largo y en el que nos tenemos que involucrar todos», dice.
Noticia relacionada
Fue en noviembre del año pasado. Pablo, nombre ficticio con el que su madre quiere preservar la identidad del chico que ahora tiene 18 años y que lucha por salir adelante, «llevaba una temporada raro, había cambiado su comportamiento, estaba muy callado, había bajado su rendimiento escolar, dormía mal y estaba muy metido en sí mismo, pero al principio lo achaqué a la edad, a la adolescencia que a todos nos afecta, a un posible mal de amores, a alguna discusión con algún amigo..., fíjate tú, en lo que menos pensaba era en lo que estaba metido, por entonces era menor edad y creí que a esos sitios no podía entrar». Con 'esos sitios' se refiere a las salas de apuestas deportivas que en los últimos años han proliferado en Gijón (y en todo el país) y a las aplicaciones del teléfono móvil con las que pueden jugar las 24 horas del día. Es precisamente lo que denuncia María: «La facilidad para enganchar a los chicos, aún cuando son jóvenes». Y también «lo poco que se está haciendo desde las instituciones, los colegios y en definitiva la sociedad para evitar un mal que está haciendo muchísimo daño a los chavales y también a sus familias. No se puede mirar para otro lado».
En casa de Pablo un día «todo estalló por los aires». «Hubo gritos, lloros, un drama cuando él reconoció que lo que le pasaba era que llevaba meses 'enganchado' a las puestas, debía mucho dinero y estaba metido en un bucle de mentiras, de engaños, en definitiva, estaba enfermo, entonces el día que ya se supo en casa se sintió como liberado, había dado el primer paso», explica su madre. «Había entrado en la dinámica de vender cosas para poder seguir jugando, a empeñar joyas, a pedir microcréditos a financieras, a recurrir a prestamistas que hay por esas salas de juego y que ven carne fácil entre los adictos: les dejan 50 euros para seguir jugando pero luego les tienen que devolver 200 y si no los devuelven empiezan las amenazas directas y también a través de las redes sociales...», relata María, que ahora, asumida la situación de su propia familia su intención es que «nadie tenga que pasar por este calvario».
«Estamos completamente desprotegidos, el Gobierno, las autoridades, la Policía, deberían controlar y hacer inspecciones en esos locales porque es una certeza que dejan entrar a menores de edad y les permiten que jueguen cuando, supuestamente, tienen el acceso prohibido y por ley no puede jugar. Hay que hacer algo porque es igual de malo que las drogas o peor. Todo el mundo tiene asumido que consumir cocaína es muy grave, pero sin embargo que un chaval de 17 años pueda apostar está completamente normalizado», considera.
En la terapia a la que acude con su hijo a la asociación Larpa «hay cada vez más casos de chicos jóvenes, cada vez empiezan antes, y son todas historias muy parecidas: entran a los locales de apuestas deportivas siendo menores con la excusa de los negocios de que van a ver los partidos y les dan incluso bebidas y comida gratis para empezar a engancharlos. Hasta que lo acaban consiguiendo, a esas edades es muy fácil llevarles a una adicción y por lo tanto, a una enfermedad mental».
El informe de 2022 sobre trastornos comportamentales del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones es demoledor: el 20,1% de los estudiantes de 14 a 18 años había jugado con dinero online o presencial. Respecto a la cantidad de dinero gastada en un solo día en juegos en línea en los últimos doce meses, el 2,8% indicaba que se había dejado menos de 6 euros, y el 1,4% apostó más de 30. Esa tendencia va claramente al alza.
Hace tres años el Gobierno del Principado paralizó la concesión de licencias de aperturas de negocios de apuestas después de que en solo dos meses recibiese más de cuarenta solicitudes. Antes de la pandemia la media eran cinco negocios al año. Aún así, solo en Gijón hay más de treinta. «Las pocas medidas que se van tomando van muy por detrás del problema», señala María, inmersa en la terapia con Pablo «a quien este problema de salud mental le va a quedar para siempre». Como a las cientos de Marías y Pablos a quien las apuestas online les ha roto la vida en mil pedazos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.