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«Desproporcionada» y «lógica». Así de dispares son las opiniones que genera la nueva campaña conjunta de Emulsa y el Ayuntamiento de Gijón para ... mantener las calles y espacios públicos limpios de orines y excrementos, según dijo el miércoles el edil popular de Medio Ambiente, Rodrigo Pintueles, quien pavanzó que intensificarán la vigilancia y sancionarán a quien incumpla la normativa con multas de 100 a 750 euros.
«Es una exageración. Nosotros tendríamos que llevar la cuba municipal detrás, porque mi perro en 100 metros mea 40 veces», indica Carlos Alonso a EL COMERCIO junto a su golden retriever 'Liro', aunque él siempre lleva una botella con agua jabonosa porque «a veces está descompuesto y eso no se puede recoger».
Lo mismo piensa Juan Rozados, dueño de otra golden retriever llamada 'Mía', quien ve la medida «desproporcionada». «Si sales todo el día, puede que se te acabe el agua o se te estropee la botella y no lo veo apropiado», afirma, argumentando que no solo habría que utilizarla para limpiar el orín, sino también los restos de los excrementos. «Bastantes pocas zonas hay para tenerlos sueltos, como para encima esclavizarnos más», asevera.
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Una problemática que se agudiza en el caso de los perros grandes, como le sucede a Ita Mazarro con su braco de Weimar, 'Bruno'. «Mi perro es enorme y no puedo ir con un cubo de agua debajo del brazo. Me parece fatal y las multas, carísimas. Más que concienciar, lo veo recaudar», puntualiza.
Pero también hay quien lleva limpiando los orines desde antes de que se aprobase la ordenanza municipal y ve cómo al final «pagan justos por pecadores». Para Juan Álvarez, dueño de 'Solo' –por Han Solo–, «es lógico que multen». De hecho, confiesa que 100 euros le parece poco. «Entiendo que moleste llevar la botella, es más rollo, pero es una obligación más al tener un perro. No podemos vivir entre pis porque vamos a acabar nadando».
Y es que tener perro también es sinónimo de «respetar al que no le gustan los animales, que no tiene por qué convivir con los orines», señala Flor Joglar mientras su perro, 'Max', juega en el 'solarón'. Por eso le parece «genial» que empiecen a multar a los propietarios menos responsables. «No es tanto el dinero, sino el hacer bien las cosas. No cuesta nada y a mí me gusta que esté todo limpio», aclara.
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