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No cabía nadie más en la iglesia de San Julián de Somió en el funeral del empresario naviero Romualdo Alvargonzález, fallecido el pasado 31 de diciembre en un accidente de tráfico en Cantabria. Mucha gente se tuvo que quedar en la calle y allí permaneció durante todo el oficio, ya que no quería dejar sola a la familia. Y es que se trata de una familia amplísima, con grandes empresarios, entre los que se pudo ver también a su primo Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno, y al diputado nacional por Vox, José María Figaredo, sobrino del fallecido. Amigos, empresarios, gentes de la mar, vecinos de Somió y representantes de distintos estamentos civiles y oficiales se congregaron en el templo para despedir a un empresario que era ejemplo no solo por su buen hacer profesional, sino también por su bonhomía, su personalidad y su compromiso con los demás.
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El funeral fue oficiado por el párroco de Somió, Luis Manuel Muiña, y contó con la participación de un coro que interpretó temas marineros, como 'Estrella de los mares' y la 'Salve marinera'. Y es que era innegable la relación de Alvargonzález con la mar, como así lo atestiguó la presencia del comandante de Marina de Gijón, Luis Márquez, y el segundo comandante, Juan Carlos Pastor, además de navieros como Santiago Fernández (Remolcadores Gijoneses), Juan Aguirre (Bergé) y Juan y Alfonso Riva (Suardíaz). Pero es que el empresariado asturiano tuvo una amplia representación, como Fernando Masaveu, Sabino García (TSK), Pedro Luis Fernández (GAM), José María González (presidente del consejo de administración de EL COMERCIO), Julio Peláez (Grupo Masaveu) y Rufino y Gonzalo Orejas (Química del Nalón), entre otros muchos, pero también del mundo de la cultura, como Juan Carlos Ovejero, presidente de la Fundación Ópera de Oviedo; José Ángel Jarné, de la Asociación de Jóvenes Escritores, y responsables de la Fundación Alvargonzález.
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Durante el funeral fue uno de sus cuñados quien se dirigió a los presentes para hacer una pequeña semblanza de Romualdo Alvargonzález ('Ruma', como le llamaban sus allegados), un empresario que «cuidaba y velaba para que la familia siga siendo lo que es». Entre otras cosas, y dado que perdió la vida cuando se dirigía a una cacería en Palencia, explicó que iba a cazar y a pescar, «pero no le gustaba mucho. Lo que le gustaba era ir con sus amigos y pasárselo bien».
Una cerrada ovación sirvió como punto y final a la despedida de este empresario, cuyos restos mortales habían recibido sepultura en el panteón familiar del cementerio de Deva a primera hora de la mañana.
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