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MARCO MENÉNDEZ
GIJÓN.
Lunes, 2 de enero 2023, 00:35
Con la pérdida en accidente de tráfico de Romualdo Alvargonzález Figaredo (Gijón, 1951), a los 71 años, no solo se pierde a un gran empresario naviero, uno de los más destacados de todo el país, sino también a una persona afable, con una gran bonhomía, ... sencilla, muy cercana y con quien se disfrutaba de una buena conversación. Ya se le echa de menos entre el empresariado y la Armada, sectores ambos en los que era muy querido, dada su vinculación de siempre con todo lo que tuviera que ver con la mar. Era presidente del Grupo Alvargonzález, el Grupo Ership, la Fundación Alvargonzález y también se encargaba de la gestión de la naviera del Grupo Masaveu. Su currículo da ejemplo de su gran repercusión en el mundo empresarial y social de Asturias: oficial de la Armada en excedencia, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, vocal de la Autoridad Portuaria de Gijón y del Lloyds Register, patrono de la Junta del Real Patronato del Museo Naval, miembro protector de la Fundación Princesa de Asturias y consejero en varias sociedades de pequeña entidad.
Su padre era Juan Alvargonzález González de la Buelga, que puso a la Naviera Alvargonzález a la cabeza del sector en España, después de haber recibido la ya creada por su progenitor, la empresa marítima Romualdo Alvargonzález Caso. Estaba claro que su hijo Romualdo ('Ruma', como le llamaban familiares y amigos) tendría que seguir pasos similares a los de su padre, por lo que ingresó en la Escuela Naval Militar en 1972.
Ejerció como oficial de la Armada hasta el empleo de teniente de navío y, entre otros, forjó una gran amistad con compañeros de su época como el almirante Javier Francisco Suances, el contralmirante Bartolomé Bauzá y el capitán de navío José María Blanco, según indicó a EL COMERCIO el ex director general de la Marina Mercante, Rafael Lobeto Lobo, con quien también tuvo una estrecha amistad desde muy jóvenes (al igual que con sus hermanos) y ambos colaboraron en la transición que acometió el sector marítimo español a principios de la década de 1990. Pero es que de su época en la Escuela Naval también surgieron muchas otras amistades con las promociones que le seguían, para muchos de cuyos miembros ejerció como brigadier, ayudándole a su integración en el centro.
Marino de guerra, decidió pronto dejar la Armada (nunca la llegó a abandonar por completo, pues mantenía reuniones periódicas con sus compañeros de promoción) para incorporarse a la empresa naviera familiar y conseguir su expansión internacional. Romualdo y su hermano Gonzalo fueron los responsables del lanzamiento de la firma Ership, de la que en un principio el Grupo Alvargonzález era accionista minoritario pero que posteriormente adquirió la totalidad del capital. Tal fue el desarrollo de Ership que concentró las gestiones naviera y portuaria para destacar sobre todo en el transporte, almacenaje y manipulación de graneles sólidos. Pero el grupo llega mucho más allá, como la estiba, 'brokers', operadores logísticos, agentes de aduanas y, por supuesto, armadores.
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La discreción de Romualdo Alvargonzález hacía que no muchos supieran otras de sus facetas personales, como que recibió la medalla de la Real Academia de la Mar y la Gran Cruz al Mérito Naval. Además, fue cónsul honorario de Finlandia en Asturias hasta hace poco tiempo, cuando cumplió la edad máxima reglamentaria. No obstante, la embajadora en España del país escandinavo, Suri Rautio, tenía previsto celebrar un acto en febrero, en Madrid, para entregarle la Encomienda de la Orden del León de Finlandia en reconocimiento a la labor realizada todos estos años. La conmoción por el fallecimiento de Romualdo Alvargonzález ha llegado incluso a los países donde Ership tiene presencia, especialmente en Iberoamérica, dada su calidad humana, capacidad de trabajo y unos valores personales que ya le fueron trasmitidos a los once hermanos por su padre, Juan Alvargonzález. Además, hay que tener en cuenta que también era presidente de la Fundación Alvargonzález, volcada en el desarrollo cultural de la ciudad y con una gran huella no solo en Cimavilla, barrio donde se asienta su sede, sino en todo Gijón.
Romualdo Alvargonzález siempre tuvo muy claro, también, cuál debía ser el papel de la Unión Europea con las empresas del continente, tal y como reflejó en un encuentro organizado hace tres años por EL COMERCIO. Y quizá estaba influenciado porque una de sus hermanas está casada con Margaritis Schinás, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Protección del Estilo de Vida Europeo.
En diciembre de 2019 ya reclamaba en estas páginas «jugar en igualdad de condiciones» con las empresas de otros países porque «no puede ser que la vieja Europa trague con todo». Tenía claro que «no se puede competir si aquí somos excesivamente rigurosos o no se establecen los aranceles debidos a quienes producen en otros países». Firme defensor de la ampliación del puerto de El Musel, fue uno de sus impulsores desde sus inicios. Y es que tenía muy claro que «con el tiempo nos dará oportunidades».
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