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CHELO TUYA
GIJÓN.
Viernes, 28 de diciembre 2018, 02:48
«Pondré fin a 33 años de presencia activa en Proyecto Hombre creyendo siempre que otro mundo puede ser posible». Con estas palabras y rescatando una cita de Charles Dickens, «nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo», Luis Manuel Flórez (Tuilla, 1954) confirmó lo que era un secreto a voces: el 31 de diciembre se jubila. El presidente de Proyecto Hombre y director de la Fundación Centro Español de Solidaridad Principado de Asturias (CESPA), conocido como Floro, cierra una etapa laboral marcada por la meta que persiguió desde su juventud: erradicar las drogas.
Y lo hace cediendo el testigo a alguien que ha crecido personal y profesionalmente en la entidad que ahora dirigirá. Julio Jonte (Gijón, 1972), al que todos llaman Julín porque, con poco más de veinte años, aterrizó en Proyecto Hombre con su título de Trabajo Social bajo el brazo hasta convertirse en coordinador de voluntariado. Durante los dos últimos años se ha estado formando para sustituir a Floro. «Por sus características personales, es la persona ideal para esta responsabilidad», asegura Floro de Jonte, con el que, confirma, seguirá trabajando «durante el primer semestre del año», acompañándolo «en la toma de decisiones».
Unas decisiones que Floro lleva tomando desde 1988, cuando la Asociación de Vecinos Alfonso Camín, de La Calzada, cedió sus viejos locales para que Proyecto Hombre iniciara su andadura en Asturias. «Estábamos al lado del Instituto Padre Feijoo, del Mata Jove, de colegios, en los bajos de edificios con muchos vecinos (La Algodonera) y nunca hubo ningún problema», recordaba Floro en una entrevista concedida a EL COMERCIO.
Lo hacía con pesar ante la polémica del traslado de la entidad al edificio levantado por el Ayuntamiento en El Natahoyo y al que accedieron en 2013. Cinco años después de aquel traslado, la realidad ha dado la razón a Floro «Proyecto Hombre nunca ha tenido problemas con los vecinos».
Al contrario. Son miles las personas que han logrado desengancharse de las drogas con los tratamientos del dispositivo impulsado por este jesuita que, durante su labor parroquial en el barrio madrileño de San Blas, vio nacer Proyecto Hombre. Fue en Madrid en 1984, copiado de Italia. El equipamiento asturiano, como el nacional, surgió como respuesta a la sangría provocada por el consumo de la heroína en la década de los años 80. Hoy está especializado en politoxicomanías. El año pasado, atendieron a 865 personas. Tienen tratamiento todo tipo de drogas, alcohol y juego.
Una idea que llegó a Asturias desde Gijón, pero está presente en Oviedo, donde gestó el programa para menores Reciella, en Siero, Llanera y Mieres. En la capital del Caudal abrió, este año, el segundo centro de atención para menores conflictivos, el del programa Reciella.
Su labor desinteresada y los éxitos terapéuticos logrados han convertido a Proyecto Hombre en una entidad multipremiada. La Medalla de Plata de Asturias llegó en 2003, mientras que la de Plata de Gijón la recibió en 2010. Dos años después, el Ayuntamiento de Oviedo le otorgó la máxima distinción, la medalla de Oro y Mieres el Mierense del Año. También ostentan otros premios más sentimentales, como el Hevia Carriles concedido por La Calzada, la Lámpara de la Mina de los jubilados de La Camocha o el Acción Social, concedido por EL COMERCIO. Los otros premios de Floro se llaman Irene y Aida, sus hijas, y Mina, el gran amor por el que colgó los hábitos en 1991. De ellas no se jubila.
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