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CH. TUYA
GIJÓN.
Viernes, 28 de diciembre 2018, 02:49
Hace tres décadas, las calles de muchos barrios de Gijón no tenían nombre. La que hoy reconoce a la actriz Margarita Xirgu era, en 1988, una de las dos que conformaban una manzana de viviendas conocida en La Calzada como La Algodonera. En los bajos comerciales de aquellos altos edificios, construidos por Ensidesa para sus trabajadores, la Asociación de Vecinos Alfonso Camín tenía unos locales que no usaba. Y decidió darle las llaves a un jesuita de Tuilla que olvidó en San Blas lo de ser un cura obrero para buscar la fórmula que pondría fin a las drogas. Llegaba Luis Manuel Flórez, 'Floro', con una idea nacida en Italia y puesta en práctica en Madrid cuatro años antes: Proyecto Hombre.
Manuel Hevia Carriles presidía una entidad vecinal que no dudó en apoyar una iniciativa que podía dar respuesta a un problema que sangraba al barrio: el enganche a la heroína de muchos jóvenes. En el portal 59 de La Algodonera se puso en funcionamiento «el programa educativo-terapéutico denominado Proyecto Hombre dedicado a la recuperación de toxicómanos que organiza el Centro Español de Solidaridad del Principado de Asturias (CESPA), informaba EL COMERCIO el 18 de septiembre de 1988.
Y allí comenzó a dar tratamiento a los yonquis, la denominación que recibían todos los que se engancharon a la aguja. Muchos, hijos de los mismos vecinos que habían cedido los locales, pero pronto comenzó a dar tratamiento a los afectados de toda la ciudad.
Lo hizo ahí, en el 59 de la Algodonera, mientras el Albergue Covadonga desalojaba el viejo edificio del matadero, que el Ayuntamiento de Gijón acondicionó para Proyecto Hombre en 1989. Un traslado al que seguiría otro, el más prolongado, el que les mantuvo, puerta con puerta con el Albergue Covadonga, en la calle de El Comercio entre 1995 y 2013.
La vinculación entre ambas entidades sociales se rompió hace cinco años, cuando solo Proyecto Hombre pudo trasladarse al gran centro social levantado por el Ayuntamiento de Gijón en El Natahoyo. La presión vecinal impidió que el comedor y centro de acogida social se fuera al edificio frente a la Comisaría.
Tres mudanzas de sede y un cambio de siglo que no trajeron un descenso de casos, pero sí un cambio nombre. La heroína fue dejando paso a otras drogas más 'in'. La cocaína, las pastillas, la marihuana y, en los últimos años, los menores conflictivos. Los yonquis se fueron, pero llegaron los 'niños emperador', los que tienen conductas agresivas hacia sus mayores. Los que trata el programa Reciella.
Tras no encontrar apoyo municipal, Proyecto Hombre los trata en la avenida Juan Carlos I. Porque su calle ya tiene nombre.
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