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Vilipendiado por los que hasta ayer mismo eran sus compañeros de filas en Vox, que le acusan de «desleal»; tachado a las claras de 'tránsfuga' por los grupos de la oposición -esa misma izquierda a la que «en lo que de mí depende, no facilitaré ... el regreso» al gobierno local, dijo el sábado y reiteró ayer-, Óliver Suárez es el nuevo concejal adscrito del Ayuntamiento de Gijón, a la vez que presidente de Divertia. Porque, pese a que el jueves de la semana pasada se despidió del cargo y del personal de la empresa municipal que aglutina Festejos, el Teatro Jovellanos y el Festival de Cine, su destitución no se llegó a materializar. Y, a tenor de lo dicho por la alcaldesa, no se producirá.
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Eduardo Paneque
En Divertia, sus formas a la hora de trabajar y desenvolverse en la empresa cayeron bien entre el personal. Consideraciones políticas al margen, aseguran que en el tiempo que compartieron demostró ser una persona «dialogante, conciliadora, cordial y amable en el trato», que se involucró desde el primer momento, que se preocupó de mantener reuniones con todos los departamentos para conocer en detalle el trabajo que se estaba realizando y el que estaba por llegar. «La puerta de su despacho siempre estaba abierta», dicen ajustándose a la literalidad de la expresión.
«Llegó con ganas» y se fue tendiendo la mano a seguir colaborando. «Antes que político soy persona», les dijo en esa despedida de hace unos días.
José Oliverio Suárez Rubio, Óliver Suárez, gijonés del 77, divorciado y padre de un hijo adolescente, estudió en el Corazón de María y luego se licenció en Magisterio (especialidad de Educación Primaria) por la Universidad de Oviedo. Sin embargo, no fue la de la docencia la senda por la que ha transitado su carrera profesional.
Su espíritu emprendedor le llevó a participar en varias iniciativas empresariales, vinculadas principalmente al sector de las telecomunicaciones. No todas llegaron a buen puerto, como el caso de Comunicalia, su anterior empresa. Dos años antes se había constituido la sociedad Corinto Retail S.L., de la que en la actualidad sigue siendo administrador y que es mayorista del producto Lowi en todo el norte del país.
Desde el mundo de la empresa apoyó con patrocinios a diversos equipos deportivos -como los clubes de fútbol Covadonga, de Oviedo, o Estudiantes, de Gijón- concitando así su faceta profesional con su gran afición por el deporte. Su empresa dio nombre durante dos temporadas al Gijón Basket, de cuya directiva formó parte. El pasado mayo, tras ser designado número 2 en la lista de Vox a las elecciones municipales, decidió abandonar cualquier patrocinio.
La del partido de Santiago Abascal no fue su única experiencia en política, aunque sí la primera vez que lo hacía en primera línea. Años atrás había estado afiliado al Partido Popular. Y curiosamente, hace ocho años su empresa, Comunicalia, patrocinó a la actual vicealcaldesa, la regatista olímpica Ángela Pumariega, hoy miembro del equipo de gobierno. Como concejal con dedicación parcial a las labores municipales -del 80%-, Óliver Suárez percibía unos ingresos fijos de 52.342 euros anuales, más las dietas de asistencia. Era, de los dos ediles de Vox, el único liberado.
Su círculo cercano dice de él que es una persona muy familiar, alguien a quien le encanta socializar y que es muy fiel a sus amistades. A esas a las que, en el fondo, no sorprendió que diera un paso al frente y entrara en política para «trabajar por Gijón». Ahora, todos los focos están puestos en él. Aunque él preferiría pasar inadvertido.
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