Borrar
María Isolina Infanzón y su nieta, Lidia Méndez, en la zona donde están enterrados los niños en el cementerio de Ceares-El Sucu. Abuela y nieta enyesan la tumba del pequeño Isidrín, fallecido hace treinta años durante el parto. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA

«Es un día duro, pero la vida es así»

El cementerio infantil recibe la visita de padres que perdieron a sus recién nacidos | Miles de ciudadanos evocan con flores y antiguas historias la memoria de sus seres queridos, enterrados en los camposantos gijoneses

GLORIA POMARADA

GIJÓN.

Jueves, 2 de noviembre 2017, 00:17

El entramado de calles de los camposantos se convierte cada primero de noviembre en un laberinto de la memoria en el que viejas heridas vuelven a aflorar. En el centenario cementerio de Ceares- El Sucu, los que se han quedado se pierden, flores en mano, ... entre las hileras de nichos mientras el camino invita a seguir la luz que, en la mañana de Todos los Santos, se abre en el extremo occidental del camposanto. Sobre el grijo, se adivinan pequeñas tumbas encaladas que dos familias velan en silencio. Un silencio impuesto por los escasos recuerdos que pueden verbalizar de unos niños que murieron al poco de nacer.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Es un día duro, pero la vida es así»