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O. Suárez
Gijón
Viernes, 20 de septiembre 2024, 15:05
A Luis Torres le guiaron a lo largo de su prolífica existencia la bondad y la fe, esa que supo convertir en altruismo y ayuda al prójimo. Ni incluso en sus últimos momentos, cuando la enfermedad batallaba con esa vitalidad que le caracterizó durante toda su vida, dejó de estar pendiente de la Cocina Económica, de la residencia La Golondrina, de los pisos de primera atención... Se había dedicado en cuerpo y alma a la Asociación Gijonesa de la Caridad, su segunda familia, cuyo colectivo ha arropado a la de sangre para sobrellevar la pérdida «de un hombre bueno y entregado a los demás».
«Le debemos mucho», decían sus colaboradores antes del funeral que se celebró en la iglesia parroquial de La Asunción y que reunió a voluntarios, representantes de los ámbitos sociales y empresariales y por supuesto, a su viuda, sus hijos, sus nueras y yerno y sus nietos.
«Era un hombre de fe y también de fiar, una persona en la que confiar y que se guiaba por los preceptos del señor, en cuyas manos se puso durante sus últimos días», pronunció el sacerdote en un emotivo funeral al que asistieron, entre otros muchos, la alcaldesa Carmen Moriyón; el senador del Partido Popular, Pablo González; el presidente de la Cámara de Comercio, Félix Baragaño; su íntimo amigo Luis Adaro (por quien estableció vínculos con la Cocina Económica en la década de los 80); los concejales Ángeles Fernández-Ahuja y Guzmán Pendás; el exportero del Sporting Juan Carlos Ablanedo; el expresidente del Grupo Covadonga, Antonio Corripio; el impulsor de la Fundación Siloé, José Antonio García Santaclara; docentes y alumni de Los Robles (colegio que impulsó) y su inseparable Marisela Cueto, la religiosa de las Hijas de la Caridad que hasta el pasado 1 de septiembre ejercía como directora de la Cocina Económica y que compartió muchas horas de intenso trabajo como Luis Torres como presidente de la entidad.
También la junta directiva de la Asociación Gijonesa de la Caridad al completo. Entre ellos el nuevo director, Rafael Piñera, quien solo tiene palabras de agradecimiento para don Luis y que asegura que mantendrá un trabajo «que perpetuará el espíritu de sensibilidad y entrega que ha guiado todos sus pasos».
«Si algo le definía era su magnanimidad, solidaridad y espíritu de servicio», abundó el sacerdote durante la homilía.
El cuerpo de Luis Torres será llevado al cementerio de Ciudad Rodrigo, en Salamanca, de donde era originario y donde descansará.
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