La magnanimidad serena y altruista de Luis Torres
Ignacio Blanco. Vicepresidente de la Cocina Económica
Viernes, 20 de septiembre 2024, 02:00
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Ignacio Blanco. Vicepresidente de la Cocina Económica
Viernes, 20 de septiembre 2024, 02:00
Conocí a Luis Torres hace algo más de cuarenta años. Yo era entonces un joven profesor que llegaba al colegio Los Robles como subdirector, y él era un maduro profesional, director de Repsol en Asturias y presidente de la Asociación de Padres de ese centro educativo. Ahí se inició una relación que con el paso de los años se fue intensificando y adquiriendo un carácter cada vez más cercano y personal. Contribuyó a ello el que, al ser profesor de sus hijos, tuve ocasión de tratar también a Loli –su esposa– y al resto de la familia.
Cuando sus hijos acabaron sus estudios en Los Robles y él dejó de ser presidente de la APA, nuestra relación no desapareció. La amistad que habíamos fraguado en aquellos años se mantuvo en el tiempo y nunca perdimos el contacto.
Yo conocía perfectamente su implicación en la Cocina Económica, pero nunca tuve ninguna relación directa con esta institución hasta que, hace poco más de un año, recibí una llamada suya. Me planteó que él ya estaba muy mayor y con la salud delicada y deseaba organizar las cosas para que cuando faltase se produjese una transición ordenada en la Cocina Económica, de modo que nunca se interrumpiese el servicio que se presta a los gijoneses más vulnerables.
En ese contexto, me propuso incorporarme a su junta directiva. Pocos meses después, fui elegido vicepresidente de esta institución. Desde entonces, he asumido el papel de coordinar el equipo de vocales que forman esa junta y he tenido ocasión de trabajar al lado de D. Luis –así le llamaban todos en la Cocina– organizando el futuro.
Durante todos estos años he podido conocer muy bien a Luis. Son muchas sus cualidades, pero en este momento subrayaría tres que destacaban mucho en su personalidad. La primera, su generosidad y altruismo. Vivía habitualmente olvidado de sí mismo y pendiente de los demás. Pocas veces he conocido a personas tan sensibles hacia las necesidades de los demás y tan generosas para dedicar su tiempo y capacidad a ayudarles.
Otra cualidad que destacaba en él era su magnanimidad. Era un hombre de planteamientos grandes, no se echaba para atrás ante los retos de gran magnitud, ni ante las dificultades que surgían en el camino.
Y, por último, otra característica que en mi opinión definía su personalidad era la serenidad. Nunca le he visto alterado o falto de aplomo, aunque sí he sido testigo de cómo se enfrentó a situaciones muy difíciles, donde otros fácilmente perderían la calma. Cuando, ante una situación complicada o dolorosa le preguntabas «¿Luis, cómo estás?», solía responder: «¡Divinamente!», acompañada de una sonrisa.
Una última consideración. Todas estas características formaban parte de su personalidad, pero creo que su deseo de comportarse en todo momento en coherencia con su fe cristiana realzaba aún más su robusta personalidad. En Luis Torres su fe, su profundo amor a su mujer, a sus hijos y a sus nietos, su competencia profesional y su compromiso social cristiano formaban un todo completamente armónico.
Gracias, Luis, por tu ejemplo y por dejarnos un camino tan roturado a los que trataremos de continuar tu labor en la Cocina Económica.
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