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Así fue la cabalgata de los Reyes Magos en Gijón. Foto: Damián Arienza | Vídeo: Diego Abejón
Cabalgata de Reyes

Reyes contra viento y marea en Gijón

Ilusión. Ni el intenso frío ni la lluvia, que arreció con fuerza en algunos momentos, restó un ápice de protagonismo a la emoción

Viernes, 5 de enero 2024

«Estoy muy nerviosa, porque voy a ver a los Reyes. A mí el que más me gusta es Melchor, porque es muy majo». Alexia esperaba ayer impaciente el inicio de la cabalgata en el punto de partida.

Gijón recibió, un año más, a los Reyes Magos que, llegados desde Oriente, pasearon por la ciudad acercándose a los niños y compartiendo momentos de alegría y nerviosismo desde primeras horas de la mañana. Ya lo habían advertido Sus Majestades y lo repitieron en sus discursos desde el balcón del Ayuntamiento al concluir la jornada: «Os prometimos que nuestra cabalgata de este año sería más espectacular que nunca y estoy seguro de que todos vosotros y vosotras lo habéis podido comprobar», comenzó diciendo Melchor. Una cabalgata que acaba de cumplir su primer siglo de vida y que se inició a las seis y media de la tarde en el colegio público Montevil, en la calle Río Eo, y finalizó pasadas las ocho y media en Marqués de San Esteban, antes de dirigirse a la Casa Consistorial. Fueron más de dos horas repartiendo abrazos y palabras especialmente a los pequeños, con la participación de once carrozas, 1.100 personas a pie y siete vehículos de apoyo.

Aunque la lluvia dio una tregua en los primeros minutos, poco después del arranque del recorrido, pasadas ya las carrozas iniciales, una tromba de agua provocó el abandono de parte de los asistentes en los aledaños de la calle Río Eo. Una novedad de este año fue la narración de la cabalgara a través de megafonía, lo que permitió escuchar desde todos los rincones de Gijón a Melchor, Gaspar y Baltasar respondiendo a las preguntas del locutor. Fue el encargado de los consejos: «Gelín, hazme el favor de recoger la habitación y ser responsable»; las prohibiciones: «Acordaos de no usar spray ni aerosoles», y los recordatorios: «Al final no habrá dromedarios». La música, no obstante, solapó en ciertos momentos sus comentarios, preguntas y explicaciones hasta hacerlos casi imperceptibles.

Pero es que una jornada de fiesta como la de ayer la música no podía faltar. La Banda de Gaites Villa de Xixón abrió el apartado musical con el popular villancico 'El camino que lleva a Belén', que al principio sirvió de indicación para que la guardia gijonesa y los pastores empezaran a marchar por un recorrido que también cubrieron hebreos, orientales, romanos, tuaregs, las tribus de Gengis Khan, marroquíes de gala, egipcias junto a la propia Nefertiti y Zenobia, damas, caballeros, soldados y bailarinas. Mucha alegría por «tanta generosidad recibida», dijeron los Reyes Magos. Porque desfilar por Gijón, entre tantos niños aplaudiéndoles «es una vivencia inolvidable también para ellos», recordó Gaspar. Y, como apostilló Melchor, «nada ni nadie es capaz de detener este entusiasmo que llena nuestros corazones y que me hacéis llegar de una manera tan espectacular».

La marcha discurrió a ratos a paso lento, y por momentos más acelerada. Era la lluvia la que marcaba, de alguna manera, los compases de la fiesta. Se pudo canturrear siguiendo los acordes de melodías populares. Y también bailar para, de paso, entrar un poco en calor. «¿Qué es eso que suena?», le preguntaba el pequeño Diego a su madre. «Me suena, es la canción de Heidi». Pero en esta ocasión, a ritmo de trompeta.

La primera carroza, la del belén con María, José y el niño arropados por un ángel de alas grandes, arrancaba en cada punto los primeros aplausos, que se intensificaban cuando les tocaba entrar en escena al príncipe Aliatar y, por supuesto, a Melchor, Gaspar y Baltasar, en sus respectivas carrozas y con sus séquitos.

La cabalgata de 2024 discurrió sin incidentes ni sobresaltos aunque en ciertos tramos, especialmente al final, hubo largos espacios de espera entre carroza y carroza que rompieron de alguna manera el ritmo deseado. Pero mientras, el narrador seguía preguntado a los espectadores acerca de sus recuerdos infantiles. Cerró, como manda la tradición, la carroza con los juguetes.

Por el pasillo

Eran casi las nueve de la noche cuando muchos aguardaban en la plaza Mayor para recibir y escuchar a sus Majestades, ya apeados de sus vistosos transportes. La llegada caldeó un ambiente gélido en temperatura pero con ganas de apurar al máximo una noche mágica. A pie, y por el pasillo marcado para ellos, fueron caminando Melchor, Gaspar y Baltasar. Fue el momento de la auténtica cercanía, esa que los niños añoran. Y los Reyes Magos nunca defraudan. Besos, caricias a los pequeños y muchos gritos aclamándoles. Así, y en medio de la lluvia nuevamente, entraron por la puerta principal del Ayuntamiento, ataviados con bufandas del Sporting.

Ya desde el balcón municipal se dirigieron a los presentes. Reiteraron el cariño que le tienen a los niños de Gijón, «la generosidad» y los miles de regalos con los que han llegado a la ciudad. «Tantos besos, gritos, llantos y abrazos de no poder respirar y hasta algún tirón de barbas, hacen que merezca la pena visitaros todos los años para traeros, además de juguetes y regalos, toda la ilusión y amor que sin duda os merecéis», dijo Gaspar.

Muchos regalos han traído este año, recordó Baltasar, porque «os habéis portado muy bien» y recordó algunos de los «pedidos», de lo más variado, desde cocinitas hasta videojuegos. Pero también hizo una llamada de atención: «este año me habéis pedido muy pocos libros y hay que leer un poquito más porque con los libros se aprende mucho y podemos vivir muchas aventuras. ¿Lo haréis así?».

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