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MARCO MENÉNDEZ
GIJÓN.
Martes, 4 de febrero 2020, 01:33
La capilla del tanatorio Jardín de El Lauredal se quedó pequeña, muy pequeña, para despedir ayer a José Antonio Sesmilo, el estibador que falleció la mañana del domingo en un accidente al ser golpeado por la cuchara de una grúa durante las labores de carga de un barco en el puerto de El Musel. Familiares, amigos, compañeros de trabajo y representantes de las comunidades portuarias de Gijón y Avilés quisieron arropar a la mujer de José Antonio, María Luz, y a sus hijos, Aroa y Óscar. Los tres no pudieron evitar abrazarse al ataúd al finalizar la celebración de la palabra, dando un emocionante último abrazo a su padre y esposo.
«José Antonio llegó a puerto de una manera trágica, en el tajo», señalaron durante un acto de despedida que tuvo como hilo conductor la música clásica y textos del Antiguo Testamento, sobre el recuerdo a los seres queridos, y del Evangelio según San Mateo. Al finalizar, con la voz entrecortada, Óscar Sesmilo sacó fuerzas de flaqueza para agradecer a todas las personas que les respaldaron en tan duros momentos, como «a los compañeros de trabajo de mi padre, que han sido su vida» y a los amigos de la familia.
También había mucha presencia del puerto de Avilés. No en vano, José Antonio Sesmilo había trabajado durante unos quince años en los muelles avilesinos. Pero el grueso de su carrera profesional la realizó en El Musel, donde el domingo perdió la vida con solo 56 años. Estuvieron en el tanatorio, entre muchos otros, el presidente y el director de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido y José Luis Barettino, respectivamente; el gerente de Gestiba, Manuel Álvarez Amandi, y el secretario general de UGT, Javier Fernández Lanero, sindicato del que Sesmilo había sido delegado en el sector de la estiba. Pero también hubo representación de la comunidad portuaria, como consignatarios, remolcadores o prácticos, así como del Gijón Industrial, club en cuyas categorías inferiores había jugado varios años su hijo y con quien había colaborado Aroa, llevando las redes sociales y haciendo fotografías para el club.
Uno de quienes mejor conocía a José Antonio Sesmilo es el estibador ya retirado Pedro Villoria, quien indicó que «le tenía mucho aprecio, porque nos conocíamos desde guajes». Y es que Villoria era de El Frontón y Sesmilo, de Portuarios, por lo que, «cuando éramos chavales, estábamos todo el día atravesados por allí». Entraron juntos en el puerto como estibadores eventuales, hasta que en 1986 pasaron a ser fijos de plantilla. «Teníamos una relación muy buena y era un gran compañero», decía, emocionado, Villoria.
La familia Sesmilo es muy futbolera y no solo seguidora del Gijón Industrial, sino que todos son socios del Sporting. «Le gustaba el fútbol, pero no lo practicaba», apunta Villoria. Pero José Antonio tenía otras aficiones, como la pesca. «En el puerto casi todos los estibadores cogemos la afición a la pesca. Él no era un 'pesquín' de esos de raza, pero varias veces fui con él y su hijo a pescar», rememora.
La de José Antonio Sesmilo era «una vida normal dentro de lo que es un estibador». Le gustaba salir con su mujer a tomar sidra por los chigres de La Calzada. Y es que toda la familia es «muy buena gente», explica Diego Junquera, presidente del Gijón Industrial. «José Antonio era una persona muy tranquila, era muy difícil que se alterara. Todo lo que se puede decir de él es bueno, porque siempre tenía una sonrisa para todo el mundo».
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