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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Jueves, 2 de febrero 2023, 01:23
Las conclusiones del artículo 'Gijón en tiempos romanos después de 40 años de arqueología urbana', que firman los arqueólogos César García de Castro (Museo ... Arqueológico de Asturias) y Sergio Ríos (Consejería de Cultura del Principado) no han sentado bien en el Ayuntamiento de Gijón, que llega a tildarlas de «estrambóticas». Los arqueólogos, tal y como adelantó EL COMERCIO, sostienen que Gijón no fue una ciudad romana, sino una villa a mare, y reclaman excluir su nombre del corpus de ciudades romanas de Hispania. En el lado opuesto, el Consistorio defiende que «desde el punto de vista científico, la relevancia del asentamiento romano de Gijón está plenamente avalada».
Este cuestionamiento de la naturaleza del asentamiento transmitida hasta la fecha se argumenta, según la Fundación Municipal de Cultura, en la «mera opinión de los autores, basada no en aportaciones novedosas, sino en la reinterpretación de trabajos ajenos sin mayor sustento argumental que el peligroso recurso a un pretendido principio de autoridad».
García de Castro y Ríos defienden que «el hábitat doméstico altoimperial se reduce a una única vivienda» particular, la denominada 'villa a mare', y que las termas de Campo Valdés deben entenderse como parte de esta villa, ya que «su acceso no se realizaba desde un espacio exterior, tal y como correspondería a un edificio público». Afirman, asimismo, que de esta «residencia de un particular dependía a todas luces la explotación de salazones localizada en la vertiente opuesta del cerro».
Esta propuesta de vinculación de las termas de Campo Valdés con una villa privada es una de las conclusiones que, para el Ayuntamiento, «resultan particularmente estrambóticas», ya que «sus dimensiones resultarían desmesuradas para un asentamiento de ese tipo en este contexto territorial y cronológico, claramente altoimperial».
Uno de los principales argumentos de los arqueólogos, que ya en 2013 publicaron una crítica a la «versión oficial de la ciudad en época romana» es que Gijón carece de los elementos que constituyen una ciudad romana, como calles, infraestructuras de saneamiento, aceras o edificios públicos. «Tampoco -añaden quienes firman el controvertido estudio-, se han hallado muestras de epigrafía ciudadana ni epígrafes funerarios». Consideran que «el numerario romano recuperado en las decenas de solares y vías públicas es reducidísimo» y «lo mismo puede decirse de la cerámica». «Cualquier asentamiento romano real multiplica por centenas la masa de objetos recuperada en Gijón», insisten.
Según la versión municipal, este argumento «ignora que no todas las civitates eran iguales, ni todas experimentaron la misma evolución». «Los patrones constructivos de un asentamiento como el Gijón romano no requieren de la existencia de todas esas infraestructuras públicas que se mencionan, siendo además falso que no existan indicios suficientes de la existencia de muchas de ellas», contraponen.
«En definitiva», consideran desde el Ayuntamiento, «la controversia surge de una visión obsoleta y estereotipada de la ciudad y el poblamiento antiguos». Reprochan que el enfoque es «claramente decimonónico» y critican que «obvia realidades perfectamente descritas en la historiografía contemporánea». Para la Fundación Municipal de Cultura, el polémico estudio «se empeña en asimilar la ciudad antigua a la presencia de determinados edificios».
Citan, por contra, «los numerosos estudios realizados en la ciudad desde los años ochenta por Carmen Fernández Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos, catedráticos de arqueología de reconocido prestigio, como por trabajos recientes». En este sentido, apuntan, en el mismo congreso en el que se presentó el trabajo -'Small towns, una realidad urbana en la Hispania romana'-, «especialistas en la materia, extremo que por cierto no se da en los autores del trabajo, como Almudena Orejas, profesora de investigación del CSIC, y Oriol Olesti Vila, de la Universidad Autónoma de Barcelona, tratan el caso del Gijón romano, defendiendo su naturaleza de importante asentamiento en el marco de una civitas rural».
Desde la Consejería de Cultura rechazan pronunciarse sobre esta investigación y sus conclusiones, ya que «el artículo fue realizado a título particular por los dos arqueólogos firmantes, sin relación con la labor profesional que desempeñan en la Dirección General de Patrimonio Cultural ni en el Museo Arqueológico
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