SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Miércoles, 17 de febrero 2021, 00:31
No fue lo mismo de años pasados. Pero ayer, última jornada del antroxu, sirvió para que se animara un buen número de gijoneses a salir y unos cuantos a hacerlo disfrazados. «Un año raro, tristón, un carnaval sin carnaval», fueron las palabras más repetidas ... estos días, que ayer volvían a resurgir». Especialmente las charangas, que han visto cómo el acontecimiento más relevante para ellas ha pasado «en blanco».
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Por eso, piensan ya en el carnaval de 2022 y esperan que contribuya a animarse tras uno que nadie recuerda tan vacío. «Da mucha pena ver tan poca gente, no poder juntarnos todos los de la charanga (unos 40) y no poder desfilar», aseguraban varios de los miembros de la charanga Os Brasileiros. No obstante, el paseo de Begoña quiso recordar que este es el escenario tradicional de fin de fiesta y por allí se pasearon algunos «nostálgicos y con ganas de fiesta siempre».
Faltó la música y los gritos de guerra de las charangas. Pero el martes de carnaval, que amaneció frío y lluvioso, se volvió cálido y soleado por la tarde para contribuir a que los mayores siguieran el ejemplo de los niños, protagonistas del antroxu de este año. Disfraces tradicionales y novedosos, imaginativos y artificiosos, todo tuvo cabida para un desfile que no es desfile en un carnaval que no es carnaval.
Barbón 'desfiló' con su charanga, Os Brasileiros, metro en mano y preparado para hacer PCR. Mari Cruz Espina, Noeli Martínez, Covadonga Cid y Vanesa Gonzalvo disfrutaron los últimos momentos de este antroxu «suspirando» por el siguiente. En esta ocasión, se han conformado con grabar un vídeo, que han colgado en las redes, y salir a pasear ayer, de la mano del 'presidente del Principado'. Una práctica que han llevado a cabo varias agrupaciones, vídeos para «consolarse» y para hacer la espera del 2022, «más llevadera». Engalanar esculturas de la ciudad fue uno de los privilegios de este año.
Persecuciones policiales con resultado de detención fue uno de los acontecimientos que se vivió en directo, gracias al buen humor de la familia Queipo. Pistolas, esposas y la fuga de un preso. No faltó de nada. Noel, María y Luna también corrieron de lo lindo. El dinosaurio Rodrigo corría más de lo esperado. Mientras, María Luisa, una abuela muy folclórica, salió «a pasarlo bien» con su hija y nietos.
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Hubo quien prefirió engalanar sus casas. En 'las casas baratas' de El Coto se afanaron en ello, convirtiendo viviendas en barcos. Piratas antroxeros y folixeros «con ganas de dar color al barrio». No faltaron ni los cañones de los barcos. Un barrio que vivió, así, su particular carnaval «enlatados» pero con humor y ganas de fiesta.
También Cimavilla decidió adornar casas y calles para animar a sus vecinos y a la ciudad entera. Originalidad e imaginación no faltó y sobre todo, se notó el buen humor y cariño en las creaciones.
Y si alguien protagoniza de principio a fin el antroxu es la sardina. 'Sardi' vivió una estancia en Gijón muy distinta. Con música, alegría y la promesa de regresar para 2022, se despidió «muy cantarina», el primer año en que no 'vive su entierro'. «Me hubiese prestado saludaros personalmente, abrazaros, reírnos, gritar y saludando en el desfile, charrar con las comadres, cantar y bailar con les nuestres charangues», dijo, pero «no estuvo mal la experiencia nadando por internet». Antes de irse, dos recomendaciones: «Seguid viento en popa para poder salir a flote haciendo les coses bien con vuestres mascarilles bien limpies», y «cuando no sepáis qué hacer, podéis leer un llibru o ver una buena película».
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