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Miedo al qué dirán
PSICÓLOGO DE CABECERA

Miedo al qué dirán

MIGUEL SILVEIRA PSICÓLOGO CLÍNICO

Domingo, 14 de septiembre 2008, 04:12

Que la confianza en uno mismo depende de la buena o mala impresión que tengan de nosotros lo demuestran muchísimos ejemplos que el lector va a recordar, seguro. Cuanto más nos importe la opinión ajena, cuanto más nos frenemos en realizar acciones legítimas por temor a la impresión de los otros, tanto más evidenciamos lo mucho que nuestra imagen depende del concepto que los otros tengan. ¡Hay que ver la cantidad de oportunidades que perdemos por ese temor!

Cuanto más inseguros estemos y cuanto menos claras tengamos las ideas de lo que queremos, estaremos más expuestos a actuar de manera que los demás no piensen mal de nuestra persona. Los que se quedan cortos en decir lo que piensan, en defender sus posiciones, en pedir favores, aclaraciones de un diagnóstico o unas condiciones de un seguro o una venta, un aumento de sueldo merecido, o un presupuesto, en exponer una queja, todos esos, sufren de déficit de asertividad que es tanto como decir que por vergüenza pierden la libertad de expresarse a sí mismos como quieren, mientras ven con envidia cómo otros se expresan sin tantos miramientos y ganan más que pierden.

Es probable que hayan sido educados excesivamente en el miedo a molestar, en el «ten cuidado con aquello que dices», en el respeto a la autoridad o en las excesivas formas sociales. Como quiera que tal freno resulta nocivo en dosis elevadas es preciso proponerse, sin ofender a nadie por supuesto, actuar como nos pide nuestro ser. La próxima vez pregunte lo que ignore, pida explicaciones, quéjese si se siente afectado, libérese del miedo y hable por esa boca o actúe sin necesidad de hablar, haga lo que pretende para que no se le encojan las tripas y las vísceras todas y se sienta bloqueado y culpable después. No consienta que su vida dependa, sin motivo, tanto del qué dirán. ¡Que digan lo que quieran! «Si dicen, que dizan, no fuéndolo». Dormirá más tranquilo y se sentirá mucho más libre de ataduras innecesarias y confeccionadas ¡por usted! ¿Habrá cosa más sana que expresarse uno mismo y moverse con libertad casi total de movimiento?

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