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IKER CORTÉS
Domingo, 16 de diciembre 2007, 03:41
Puntos estratégicos decisivos para la defensa, atalayas para vigilar las tierras y otear el horizonte, símbolos distintivos de autoridad y poder económico. Cualquiera de esta descripciones es válida para hablar de una de las construcciones más importantes que nos ha dejado la Edad Media, los torreones. Tal es así, que muchos de ellos continúan en pie aún a pesar de los siglos transcurridos y de la, a veces, desafortunada mano del hombre. Y es que el carácter pesado, sólido y adusto que consiguen estas construcciones gracias a la proporción entre base y altura, aseguran que los edificios sigan en pie más de seiscientos años después. De ellos, el Oriente asturiano tiene un importante número de ejemplos. Y sólo unos pocos están en buen estado.
LLANES
El Torreón, la Torre de los Aguilar de San Jorge y la Torre de Andrín
Si hay una torre que destaque sobre las demás es la que, orgullosa, se erige sobre el casco viejo de Llanes. El Torreón, ubicado detrás del Casino de Llanes, fue construido durante el siglo XIII, al igual que las murallas colindantes, y alberga en la actualidad la oficina de turismo. Claro que, para llegar hasta nuestra época en tan buen estado, necesitó de una restauración en 1954 durante la cual se abrió la puerta de acceso en el piso bajo. Además, fue uno de los primeros edificios asturianos con el distintivo de Monumento Nacional, que consiguió en el año 1876.
Pero es que además el concejo de Llanes también conserva en su interior otras dos torres. Una, localizada en Nueva, está encerrada entre los muros del Palacio del Conde de la Vega del Sella. Se trata de la Torre de los Aguilar de San Jorge, una de las más antiguas del municipio, que aparece documentada en el año 1032 como Castro de Aguilare. La otra, ubicada en Andrín, data de los siglos XIV y XV y presenta una planta cuadrada y dos pisos en alzado.
CANGAS DE ONÍS
La Torre de la Jura o del Heredero
Ubicada en Soto de Cangas, sus sólidos muros, en el Campo de la Jura, contemplaron la elección de las autoridades de Cangas de Onís hasta el siglo XIX. Mediante un sorteo, se escogía a siete vecinos que, tras encerrarse a deliberar en el edificio medieval, designaban los distintos cargos. Pero aún hay más, la Torre de la Jura, también llamada del Heredero, es el escenario de una leyenda según la cual el mismísimo rey Pelayo juró su título en este singular paraje. Originaria del siglo VIII, el paso de los años se deja notar en su estructura, pues a lo largo de la historia ha sido destruida y reedificada en varias ocasiones. La parte que, a duras penas, se mantiene en pie muestra unos muros muy anchos que alcanzan los diecinueve metros de altura. En la actualidad, una parte de esos mismos muros se ha aprovechado para edificar una vivienda que conserva, como certera descripción del pasado, un arco de medio punto medieval.
RIBADESELLA
La Torre de Junco y la Torre de Melarde
Hasta hace unos ocho años estuvo habitada la Torre de Junco, junto a la iglesia parroquial de San Esteban de Leces. Levantada en el siglo XIV en San Esteban de Leces, su estudio arroja el siguiente resultado: se construyó más que nada para la vigilancia de las explotaciones agropecuarias, dejando a un lado las opciones defensivas. La verdad es que, según algunos estudiosos, fue una tónica en las estirpes nobles de la baja Edad Media. En este sentido, su conexión con la actividad militar se reduce a la disposición de tres saeteras. Ya lo dice el historiador riosellano Antonio Silva: en la torre de la familia Ruiz de Junco prima la habitabilidad. «Probablemente se partió de algo defensivo», para dotar a la estructura final «de distintas comodidades», asegura. De planta cuadrada y con dos pisos, las dependencias eran tan amplias que, como curiosidad, Silva cuenta que en su interior «se proyectaron películas durante la posguerra».
El solar sobre el que se asentó también tiene su historia pues «fue una de las dos partes sobre las que se fundó Ribadesella». Al otro lado del río, en Torre, está el otro torreón medieval riosellano que dio nombre al pueblo. Se levantó sobre un cerro muy rocoso, y tras su rehabilitación, forma parte de un palacio «muy espectacular», concluye Silva.
PONGA
La Torre de Cazo
Otra torre, la de Cazo, en Ponga, también tiene una leyenda con el rey Pelayo como protagonista y, más en concreto, a su hija. Cuenta la tradición que en el edificio, estructurado en tres pisos y con planta cuadrada, vivió la primogénita del monarca. Lo comentado supone que el singular edificio debería haberse construido allá por el siglo VIII, aunque en la data oficial del inmueble figura la época romanica y el siglo XII como fecha de construcción. Sea verdad o no, la Torre de Cazo vuelve ahora a ponerse de actualidad, pues el Ayuntamiento de Ponga ha decidido hacer de tan elevada construcción un museo civil. Y tiene sentido porque, según cuentan los historiadores, podría ser la de Cazo una de las construcciones civiles más antiguas de Asturias. En aras de la puesta en marcha del proyecto, el Consistorio negocia con los propietarios la compra de la torre, cuyas últimas reformas datan de 1600.
PILOÑA
Torre de Ludeña y Torre del Omedal en Miyares
En una de las parroquias más pequeñas de Piloña, Ludeña, antiguamente un coto de señorío perteneciente a la familia del mismo nombre, aún se pueden contemplar las ruinas de un torreón medieval, una construcción de planta cuadrada, junto a la casa señorial ya muy desfigurada. Entre las tradiciones que se asocian a esta edificación medieval se encuentra la que asegura que fue su propio señor el que fundó el Santuario de La Cueva, en las cercanías de Infiesto.
Piloña acoge también una espectacular torre medieval en Miyares, la llamada torre del Omedal. La construcción fue también conocida como Palacio de los Villa. A ella se fueron añadiendo varios cuerpos en el transcurso de los años dando lugar a un conjunto conocido como el Palacio de Miyares. Visto en su totalidad, se trata de un edificio cuadrangular con torre incorporada y rematada en almenas. El edificio también contiene una capilla del siglo XVI.
AMIEVA
Torre de Siña
Ejemplo vivo de los torreones como hogar, la torre de Siña reproduce las características generales de las torres medievales pero sin la función defensiva. Es de planta cuadrangular y perteneció a la casa de los Carmenero. Tiene tres alturas y en su piso superior albergaba, en tiempos, un escudo familiar que ya ha desaparecido. El edificio también cuenta con una lápida en la que aparece una inscripción donde se explica que en el año 1671 «hizo esta obra Santiago de Mier, por mandato de Joseph de Bega, señor de las casas de Carmenero».
RIBADEDEVA
Torre Fortaleza de Noriega
La Torre Fortaleza de Noriega es una construcción medieval defensiva levantada en el siglo XIII en el barrio de Mediavilla. Conformada por piedra y de planta rectangular y cuatro pisos, se encuentra rematada por almenas terminadas en pináculos. A uno de sus lados, está adosada una casa con una pequeña capilla del siglo XVIII. En sus orígenes, además, tenía un foso y un puente levadizo
OTRAS
Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Onís, Colunga, Parres...
Otros concejos cuentan también con torres medievales, ya sea en perfecto estado, medio en ruinas o formando parte de recintos más amplios; o edificios del siglo XVI que guardan más que parecidos con las torres medievales. En Colunga, por ejemplo, se encuentra el Palacio de Gobiendes, Monumento Histórico Artístico. Lo curioso del edificio es que partió de una torre medieval.
En Peñamellera Alta se encuentran, por ejemplo, restos de la Torre de Lombero, ubicada en la localidad de Alles. Se trata de un torreón medieval defensivo que fue reformado en 1646 por Domingo de Mier y Trespalacios. Su vecina, Peñamellera baja, conserva parte del muro meridional de la Torre de Siejo, ubicada en las cercanías del puente sobre el río Deva.
En Onís, se encuentra catalogado el único edificio que está recogido en el inventario del Principado como Bien de Interés Cultura, la Torre de Sirviella. Se restauró hace unos años tras un incendio y largo tiempo de abandono y pertenece al siglo XVI.
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