Secciones
Servicios
Destacamos
No es nuevo que las conservas sean resultado del duro y siempre meticuloso trabajo de las mujeres. Siempre ha sido así, pues mientras ellos salían a la mar y se dedicaban a otras labores, ellas se encargaron de una industria que fue fundamental para Asturias. ... De unos años a esta parte, como se expuso este martes en FéminAs, su vigencia y repercusión está volviendo con fuerza, y eso es gracias a jóvenes que ven futuro en las buenas conservas, esas que salen del Cantábrico y se elaboran con mucho mimo.
De los primeros en querer recuperar su elaboración y comercialización está la familia Busta Rosales. Hace casi 25 años sumaron a su incesante labor en el restaurante Casa Eutimio la elaboración de conservas. «Siempre hemos estado ligados al producto del mar y quisimos recuperar la tradición conservera de Lastres», explicó al respecto la también guisandera María Busta. Lo que se propuso la familia entonces parece ahora sencillo, pero no lo fue: «Vincular los conocimientos que tenemos en cocina con la lata». Ahí empezó el trabajo de investigación para encontrar la manera de ajustar la receta y el producto para que aguantara un autoclave. Lo consiguieron, claro, y el resto ya es historia. Ayer, para disfrute de los presentes, llevó hasta un icónico escenario, en pleno Puerto de Vega, conservas de merluza, «que es la pesca principal de mi zona». En detalle, la materia prima va en aceite, en el cual previamente se confitó ajo. «El gran reto fue conseguir que la merluza mantuviera su textura, una tarea que no era fácil», ahondó Busta.
Noticias relacionadas
Jessica M. Puga
Pablo A. Marín Estrada
La historia de Ana Labad es distinta porque parte desde otro punto, pues ella es madrileña de Carabanchel y llegó a Colunga hace ya algo más de 15 años. Con el tiempo también se propuso recuperar la tradición conservera lastrina y, en 2018, fundó Anchoas Hazas. Ahí, «hacemos anchoa de la forma tradicional», indicó, antes de explicar que trabajan con el bocarte de primavera porque «es un poco más pequeño y de sabor suave». Fueron las paisanas del pueblo las que le enseñaron a hacerla, y tanto ella como su equipo siguieron su ejemplo. La limpieza y posterior curación son fundamentales. Además, «toda la tarea es completamente manual», explicó a los participantes de FéminAs. Y contó que, además del trabajo manual y totalmente artesano, les diferencia de las grandes conserveras que estas escaldan la materia prima. Pero ellos no, sino que las trabajan siempre con agua fría. Además de anchoas, a Puerto de Vega llevaron aceitunas gordal rellenas, donde «aprovechamos los trozos de anchoa que se nos rompen en el proceso». Todo se reutiliza.
La casualidad y el trabajo duro también se dieron en la ecuación de Conservas El Viejo Pescador. Hace siete años, se vendía una conservera en Tapia de Casariego, la localidad donde siempre había veraneado Ángela Donato. Así, se lio la manta en la cabeza junto a Carlos Díaz y decidió hacer de su pasión su trabajo diario. «Decidimos arrancar este ilusionante proyecto en familia que, aunque pareciese una pequeña locura, era lo que de verdad queríamos hacer», apuntó. Y desde entonces no han parado de crecer especializándose en el pulpo «como seña de identidad», pero no solo. Su producto, certificado como el mejor del mundo, es un manjar igual que lo que llevó a Puerto de Vega: mejillones y paté de bonito del norte y mejillones. «En noviembre iniciaremos los trabajos de un nuevo proyecto en Candás. El objetivo ahí es poder seguir modernizando el sector». La conserva en Asturias tiene futuro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.