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A. S. GONZÁLEZ
Jueves, 6 de octubre 2022, 02:44
La polémica persigue a ciertos productos de Lidl, obligada a batallar judicialmente por incluirlos en su oferta frente a la denuncia de grandes marcas. La cadena de supermercados venció su contienda legal contra Thermomix, que pretendía prohibir la venta de su robot de cocina, en un largo proceso que inicialmente pareció inclinarse hacia Vorwerk.
La victoria no se ha replicado en esta ocasión y la compañía tendrá que retirar un producto de sus anaqueles. Un juzgado suizo le ha obligado destruir sus figuras de conejos de chocolate tras posicionarse a favor de Lindt en la contienda por violar la ley de marcas registradas.
La marca de dulces, con 175 años de historia, llevó a Lidl ante los tribunales al considerar que la clásica imagen del conejo en cuclillas con collar o pajarita era de su propiedad y la versión, prácticamente idéntica, de la cadena alimentaria confundía al consumidor.
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Pilar Gutiérrez | LUCÍA PALACIOS
ROSA FUENTES
Lindt vende estas piezas en todo el mundo, especialmente en Pascua, fecha en la que los dulces de chocolate toman las vitrinas de confiterías y tiendas de alimentación para regocijo de los más pequeños.
Su victoria legal se ha producido en segunda instancia, al ser aceptado su recurso por los jueces federales después de que un tribunal fallara en primer lugar a favor del supermercado. El origen de la enconada disputa se remonta a 2018, cuando la marca chocolatera presentó una demanda ante un tribunal comercial alegando que que Lidl había copiado sus populares conejitos de chocolate envueltos en oro.
La resolución judicial no llegó hasta 2021 y desestimaba su denuncia. Por eso, la firma apeló insistiendo en que la réplica de la forma y las características de sus figuras dificultaba a los clientes la diferenciación entre marcas.
Para ello, incorporó encuestas de opinión pública sobre ambos productos. La decisión final de los jueces se basa, en parte, en estos estudios. Los magistrados concluyen que, incluso aunque existan algunas diferencias entre ambas versiones, el riesgo de confusión existe.
Su mandato judicial no solo obliga a Lidl a dejar de vender en Suiza el icónico chocolate sino que obliga a destruir todas las piezas a la venta o elaboradas hasta la fecha. El producto no tiene por qué perderse pero sí reinventarse. Lidl podrá fundirlo para crear con él nuevas y sabrosas propuestas y evitar así un dulce, y a la vez amargo, dispendio.
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