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«Yo no tenía ni idea de cocina cuando empecé», confesaba Rosa Macías, durante su ponencia en FéminAs. «Dejé de trabajar en una peluquería porque me sentaban mal los productos, me casé con Paco y montamos el Bar FM, en Granada», rememoraba.
Ese restaurante, que ... hoy es un referente en la ciudad andaluza, empezó siendo «un bareto que daba desayunos y que ponía copas, un sitio que tenía unos horarios interminables», aseguraba Marín. Pero esa dinámica pronto empezó a cambiar porque Rosa cogió una libreta de sus hermanas, con algunas recetas, y empezó a desvivirse por sacar aquella cocina adelante.
«Fue aprendiendo a base de pruebas y errores, fui intentando conseguir que los platos tuvieran el sabor que yo quería que tuvieran», recordaba. «A día de hoy, no me puedo creer que haya llegado adonde he llegado, me ha costado mucho esfuerzo y sacrificio, pero estoy contenta», prometía. Ella no tiene ni títulos ni secretos, simplemente, «cocinar como si yo me fuera a comer ese producto», contaba.
El plato estrella de su carta es el pulpo seco de Motril, un plato al que le tienen cariño porque los acompaña desde que arrancaron su andadura. «El albañil que nos hizo el bar nos preguntó que si lo íbamos a ofrecer en nuestro menú, fue él quien nos enseñó a hacerlo y fue lo que nos dio la fama», recordaba emocionado Paco. «Al principio, nos salía duro o nos salía salado, pero con el tiempo, aprendimos».
Y, dominándolo ya, el granadino Bar FM pasó de ser el negocio de un matrimonio, para ser la cocina, en la que cada día se esfuerzan cinco profesionales. Ya no queda nada de aquel bareto que fue.
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