¿Están las ensaladas condenadas a ser aburridas? Rotundamente no. La miscelánea de ingredientes y la gracia y altura del aliño son determinantes para su éxito o irremediable fracaso. Para desterrar este verano de la dieta las propuestas insulsas y poder darte alegrías en clave saludable, te ofrecemos diez interesantes trucos para mejorarlas y escapar del canónico abecé, dando rienda suelta a la creatividad con sentido o clavando las proporciones clásicas.
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A. S. González
1.- Una cuestión de proporciones
El aliño se compone de tres ingredientes básicos: aceite, un ácido y sal. Por cada tres cucharadas de aceite, incorpora una de ácido, bien sea vinagre, lima, limón... o lo que buenamente se te ocurra.
2.- Prueba a darle un toque
La miel, el jarabe de arce o incluso el sumo de naranja aportan un toque de dulzura que contrasta bien con el ácido. Si te animas, debes ser un poco más generoso con la sal, para equilibrar sabores.
3.- Hojas pero también hierbas
Añade hierbas frescas como la albahaca, la menta, el perejil, el eneldo o el tan amado como odiado cilantro (no deja indiferente a nadie) para darle un toque fresco y aromático. El jengibre es también un gran aliado.
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4.- Umami de mar o tierra
Añade ingredientes como salsa de soja, tamari, miso, o incluso un poco de parmesano rallado para aportar profundidad de sabor. Para hacerlas más cantábricas y potenciar los sabores, puedes incorporar colatura de anchoa, elixir ambarino tan sorprendente como especial.
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Jessica M. Puga
5.- Fruta fresca y también seca
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Las nueces, almendras o piñones tostados aportan textura y sabor. Puedes sumar también sandía, granada, manzana, piña, mango o incluso gajos de naranja.
6.- No existe un único vinagre
La elección del vinagre depende del tipo de ensalada y de los sabores que quieras resaltar. El vinagre de arroz, por ejemplo, encaja con las orientales, el de Módena con las afrutadas.
7.- Agregar textura
Añadir croutons, cebolla frita, semillas de sésamo o chía o incluso queso desmenuzado al aliño le dará un toque crujiente interesante.
8.- Pásate al aliño cremoso
Los aliños suelen tener consistencia líquida, pero también puedes variar incorporando un toque cremoso. Lo lograrás, por ejemplo, con una salsa de yogur que pega a la perfección con el pepino; también triturando en la mezcla las hojas.
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9.- Da vida a las hojas
Cuando la lechuga, los canónigos o la rúcula se ponen mustios en la nevera, aún no está todo perdido. Sumerge sus hojas en agua fría durante horas y verás que recuperan el su color, tersura y vigor nuevamente. El truco no hace milagros y las partes muy dañadas no resucitarán.
10.- Aliña en frasco y vierte
Vierte los ingredientes de tu aliño en un bote y ciérralo para agitarlos bien y que la mezcla resulte homogénea. Podrás, además, elaborar la mezcla con antelación y vestir tu ensalada en el último momento y en cualquier lugar. Bonus track: si utilizas ese frasco prácticamente acabado de mostaza, ya tendrás un ingrediente genial para tu aliño.
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