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ANA RANERA
Sábado, 5 de noviembre 2022, 01:19
María de Medeiros (Lisboa, 1965) tiene la sonrisa en la mirada y en la voz, la alegría de quien es feliz por defecto. El próximo viernes, en el Teatro Jovellanos, recibirá el Premio Especial del FICX y promete que fue «toda una sorpresa» que se acordaran de ella para este reconocimiento. Pero cómo olvidar a esta portuguesa que trabajó con Quentin Tarantino, con Bigas Luna, con Gonzalo Suárez y con Isabel Coixet, entre muchísimos otros directores, y que además tiene la humildad de decir que «todo lo que me ha pasado en la vida ha sido milagro».
Puede que haya tenido suerte, pero también aterrizó en el sector cargada de un talento que nunca la abandonó y que la hizo especial entre todos los miles que hoy querrían ser como ella. «Toda mi trayectoria fueron encuentros», le vuelve a restar importancia, y lo aclara: «A los quince años, un director portugués me invitó a ser la protagonista de 'Silvestre' y, para mí, ese fue el descubrimiento del cine».
Esa experiencia la enamoró del séptimo arte en todas sus vertientes porque, a decir verdad, antes de eso, ella no sentía «una vocación clara», afirma. «Ahora cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que tuve mucha suerte de haberme encontrado con tantos artistas increíbles y de haber entrado en el universo de tantos creadores», confiesa con la honestidad estancada en la garganta de la que le nacen y nacieron tantos y tantos personajes.
Ella, de joven, siempre había tenido claro que su vida iría por los apasionantes derroteros del arte, pero le costó descubrir qué sendero elegiría. Se nota que, en casa, vivió desde la infancia de cerca la cultura y la abrazó con fuerza. «Crecí con la música de mi padre y con las letras de mi madre, que era periodista y que siempre estaba escribiendo y entrevistando a gente muy interesante», apunta. Con ese bagaje, su carrera se convirtió en «escuela» y absorbió lecciones de todos los que se cruzaron en un camino, que ya es bastante largo. «En esta profesión se aprende mucho de los mayores, pero también de los que son más jóvenes que tú, de los contemporáneos», asegura convencida.
Con tanto aprendizaje, ella nunca deja de probar cosas nuevas y, por eso, al Festival de Cine de Gijón llega esta vez con 'Aos nossos filhos', una película que primero fue una obra de teatro que ella misma interpretó en Brasil y en la que sintió la necesidad de trasladar su historia a la gran pantalla. «Esta historia de Laura Castro me interesó muchísimo desde que me la enseñaron, porque cuenta toda la lucha de una pareja homosexual por tener hijos», empieza contando. «Haciéndola, aprendí sobre los procesos administrativos y emocionales que eso supone», añade encantada la cineasta.
Y esta pieza gana riqueza, gracias a que «toda la obra es un diálogo entre dos personajes y me encanta esa idea de transmisión entre generaciones», explica. Son una madre y una hija intercambiando ideas y pensamientos, pero, ojo, que la madre es todo «menos el prototipo de madre conservadora y religiosa. Es muy de vanguardia, adelantada y luchadora», la define María de Medeiros.
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Igualmente, como suele pasar, todos tenemos ciertos límites morales que, en este caso, se aprecian cuando su hija le comunica que va a tener un hijo en un vientre que no es el suyo. «Es muy interesante ver cómo reacciona una persona que siempre fue abierta», reflexiona Medeiros. Con ese panorama y esa revelación, en esta cinta se ven «las prioridades de cada generación y cómo cada una tiene sus prejuicios y sus limitaciones», lanza. Nadie es tan abierto como parecía en un principio.
No obstante, para romper y hacer desaparecer barreras, están los espacios culturales como el FICX, que permiten «salir de las películas comerciales, que muchas veces te hacen perder el tiempo», opina Medeiros. «Reunir en festivales películas que reflejan algo del mundo y que te hacen pensar y descubrir es una tarea fantástica», prosigue. Y lo dice al tiempo que desea que esta cinta encuentre distribución en España porque «dialoga bastante con la sociedad del país, se pueden reconocer mucho las personas».
Y no solo haría falta que encontrara distribución, sino que ella también anhela que las grandes plataformas de cine den espacio a los títulos independientes y no solo a las grandes producciones. «El cine es bonito en toda su diversidad y deberían tenerlo en cuenta también las grandes plataformas», cuyos nombres no hace falta si quiera mencionar.
Su colaboración ayudaría a que este sector tuviera un presente y un futuro mejores, menos precarios. Aunque da igual cómo sea el porvenir porque «los artistas tienen que seguir creando y haciendo que vayamos al cine, para lograr que sus obras sean vistas e intentar convencer de que esa variedad tiene que seguir existiendo, aunque cambie la forma de ver películas», explica la actriz y directora.
Con ese futuro ante sus ojos, que Medeiros ve grisáceo, promete que no hace planes ni a corto ni a largo plazo, pero que sueña mucho. No deja de hacerlo por mucho que haya ido cumpliendo años hasta llegar a los 57. «Estoy escribiendo un nuevo largometraje y tengo muchas cosas que hacer, como seguir con la música y seguir escribiendo y dibujando», enumera. «Bueno, también tengo que seguir viviendo», añade y, con esa mirada suya, que destila alegría, tiene pensado continuar trabajando detrás y delante de la cámara. Esa es su mejor arma para reflexionar sobre un mundo que la llevó, por casualidades, a adentrarse en el cine y, a convertirse en un icono que este viernes se reafirmará con el Premio Especial del FICX. Otro logro en el camino.
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