Con más del 78% de la población asturiana con la pauta completa de vacunación (799.249 personas a 27 de agosto) y más de un 84% con al menos una dosis, todo parece indicar que la tradicional vuelta de las vacaciones irá muy ligada a una particular vuelta a la oficina para gran parte del personal que todavía está teletrabajando.
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Y es que septiembre parece llamado a ser el mes que devuelva el teletrabajo a los registros previos a la crisis sanitaria, a pesar de que el Real Decreto que regula esta forma de trabajo posibilita seguir ejerciéndolo hasta que las autoridades sanitarias no decreten el final oficial de la pandemia.
El trabajo a distancia despierta sentimientos muy dispares entre buena parte de la población. Algunos han conseguido encontrar el equilibrio perfecto entre su vida laboral y personal gracias a la conciliación familiar que les permite. Sin embargo, otros se sienten menos productivos o más distanciados de sus compañeros de empresa, especialmente si sus labores suelen desarrollarlas en equipo.
Y aunque muchos expertos vaticinaban que este modelo de trabajo había llegado para quedarse, lo cierto es que el número de personas que realizan su actividad laboral en remoto es cada vez más bajo. Según datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), actualmente hay 1,8 millones de ocupados trabajando desde sus casas, 1,1 millones menos que en el mismo período del año pasado cuando, en pleno confinamiento, la cifra se situaba en tres millones de personas.
Por esto, la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC OO), consideran que el teletrabajo continuará a la baja a lo largo del mes de septiembre. No obstante, que el trabajo en remoto disminuya no quiere decir que desaparezca. Actualmente se está desarrollando un nuevo modelo que está llamado a ser el protagonista de la postpandemia: el trabajo híbrido.
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Idealmente, el trabajo híbrido une lo mejor de ambos mundos, permitiendo trabajar unos días en la oficina y, otros, desde el calor del hogar. El objetivo no es otro que otorgar mayor autonomía a los empleados y dar más libertad en cuanto a dónde, cómo y cuándo desarrollar las funciones laborales.
La duda sobre este modelo de trabajo mixto recae en las diferencias socioeconómicas que pudiera ocasionar, pues no es lo mismo teletrabajar en una casa con jardín que en un piso pequeño. Tampoco es posible garantizar que los empleados tengan acceso a todas las herramientas necesarias para desempeñar sus funciones fuera de la oficina.
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Ahorro en el tiempo de desplazamiento. Los atascos y las carreras a la oficina se verán mermados (al menos, durante buena parte de la semana).
Ahorro en gasolina o transporte público. El hecho de no tener la necesidad de ir todos los días a la oficina permitirá ahorrar costes.
Mejor conciliación familiar y ayuda en el cuidado de personas dependientes. La flexibilidad que ofrece el poder trabajar en remoto permite una mejor organización del entorno familiar.
Aumento de la productividad. Según una encuesta de Bain & Company, el 68% de los ocupados españoles afirma ser igual o más productivo trabajando desde casa.
Pérdida del contacto directo con los compañeros y desvinculación con la empresa. El no acudir físicamente a la oficina puede llegar a provocar estrés y problemas de socialización para muchos empleados.
Sedentarismo. El hecho de estar mucho tiempo en casa puede dar lugar a una menor actividad física y a trastornos en la alimentación al tener la posibilidad de estar comiendo más a menudo.
Diferencias socioeconómicas. No todos los profesionales tienen en sus hogares un espacio tranquilo y adecuado donde poder desarrollar sus funciones.
Desigualdad en el reparto de tareas. Diversos estudios afirman que la deseada conciliación familiar no está siendo del todo efectiva. El 94% de las reducciones de jornada y el 82% de las excedencias son solicitadas por mujeres, lo que indica que el sobrecargo en los cuidados familiares recae sobre un mismo lado.
De lo que no cabe duda es de que la pandemia ha dado lugar a nuevas formas de trabajo que se han arraigado con firmeza en la sociedad. Será tarea de las empresas evaluar las necesidades de sus empleados y ofrecer un modelo que resulte verdaderamente eficaz y útil tanto para la propia compañía, como para el trabajador.
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