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Una mujer teletrabaja al tiempo que se encarga del cuidado de sus dos hijos. foto: AFP | vídeo: ep

Un teletrabajo caótico ha sepultado en tareas domésticas a las españolas

Hay el doble de mujeres que de hombres que mantienen el trabajo desde el domicilio para poder cuidar a menores y familiares dependientes

Lunes, 12 de julio 2021, 14:03

El teletrabajo, un sistema de organización laboral que por pura definición debe mejorar la conciliación familiar e incluso la igualdad, cuando se implanta de manera caótica y en una sociedad aún eminentemente machista en el reparto de las tareas y los cuidados familiares puede producir los efectos contrarios. Justamente eso es lo que ha ocurrido en España en el último año, según un amplio chequeo realizado por el sindicato CSIF y la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios (Arhoe), que han entrevistado a 4.400 trabajadores de buena parte de los sectores profesionales y de todas las comunidades autónomas.

La primera conclusión es la confirmación de las enormes proporciones adquiridas de golpe por el teletrabajo en España debido a la pandemia, con un estricto confinamiento, primero, y unas duras medidas de prevención y distancia social, después, tras la desescalada y durante los más de 12 meses de estado de alarma. Hasta el 75% de los encuestados ratifican que el trabajo a distancia se generalizó en sus oficinas o empresas, con el 63% de los empleados conectados desde sus casas en las etapas de mayores restricciones y casi una cuarta parte todavía hoy en día en idéntica situación. Un cambio radical si se tiene en cuenta que antes del coronavirus no llegaban ni al 5% los españoles que teletrabajaban.

Pero el peor hallazgo de la radiografía es que el trabajo desde el domicilio no solo no ha mejorado la igualdad sino que ha emporado la situación con claridad. Siete de cada diez encuestados coincidió en que la nueva organización laboral ha acabado aumentando la carga doméstica ya excesiva que soportaban las españolas. Se debe a una implantación caótica, sin planificación ni preparación alguna, pero sobretodo a la pervivencia de unos roles y unos repartos de tareas domésticas machistas.

Prueba de esta ausencia real de corresponsabilidad en los hogares es que, a la hora de optar por el teletrabajo, sea parcial o total, como forma más eficaz de conciliar la vida laboral y familiar y de ocuparse de los cuidados de menores o dependientes, son el doble las mujeres que toman esta decisión que los hombres. El 64% frente el 35%. Pero, además, el 27% de los consultados tienen claro que que ambos sexos no se acogen en igual proporción al teletrabajo -bastante más la mujeres- y un 20% señalan que los que se quedan en casa no tienen las mismas oportunidades de mejora y promoción que los que acuden al puesto de trabajo.

«El teletrabajo es un arma de doble filo para las mujeres», resume Eva Fernández, secretaria de Igualdad de CSIF. Demanda un estudio profundo sobre el teletrabajo y el género, que detecte los problemas y diseñe soluciones para que un método laboral que debería facilitar la igualdad y la corresponsabilidad no termine, como parece que está ocurriendo, por incrementar la brecha de género, con un freno a la carrera profesional y un ensanchamiento de la brecha salarial, que ya es del 24%. Recomienda, para revertir esta tendencia, un plan y una organización que garantice la igualdad de oportunidades, una mejor formación en competencias digitales de las mujeres -que tienen un desfase notable- y medidas de impulso a la conciliación, como la rápida creación de más plazas escolares de 0 a 3 años y campañas de sensibilización por la corresponsabilidad.

«Un sálvese quien pueda»

José Luis Casero, presidente de Arhoe, pidió una reflexión muy seria en empresas e instituciones sobre la implantación del teletrabajo. Un sistema, dijo, que todos muestran interés en que haya venido para quedarse y que tiene ventajas para la conciliación -flexibilidad de horarios y fin de desplazamientos innecesarios-, pero también para el medio ambiente, por el descenso de la contaminación urbana y de los gases que aceleran el cambio climático.

La encuesta, sin embargo, demuestra que el teletrabajo se generalizó de forma improvisada, no ya en las primeras semanas sino también en los meses siguientes. «Ha sido un sálvese quien pueda. Sin la indispensable planificación y un diseño concreto y adaptado a cada tipo de empresa o servicio público», explicó Casero. El 68% de los trabajadores denuncian improvisación, un 63% considera que los jefes de equipos no estaban preparados para esta tarea y que necesitan formación específica, y el resultado es que para el 72%, al final, la jornada no ha sido más flexible. Hay otro punto negativo muy relevante. Hasta una cuarta parte no han podido ejercer la desconexión digital al final de su jornada o en sus teóricos descansos por la desorganización o la falta de respeto a sus horarios.

Casado, que considera que dos días de teletrabajo semanal como pauta general sería bueno para la empresa, los empleados y el medio ambiente, alerta de que no traerá estos beneficios si no existen planes concretos y bien pensados de implantación. Hay que formar, cree, para gestionar el tiempo de trabajo, que debe responder al logro de objetivos o tareas y no al número de horas ante el ordenador, se debe buscar la igualdad de género, y los tiempos de desconexión se tienen convertir en algo sagrado.

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